viernes, 5 de noviembre de 2010

Validez de la PSU por dos años

Tras una reciente petición del Ministerio de Educación, el Consejo de Rectores decidió mantener la validez de los puntajes PSU por dos años a partir de diciembre próximo. Así, los estudiantes que rindan la prueba en esta oportunidad podrán utilizar el puntaje no sólo en el proceso de admisión 2011, sino que también en el correspondiente a 2012.

Esto busca dar más fluidez al sistema de educación superior y permitir que los estudiantes puedan cambiarse de carrera o de universidad sin tener que rendir la prueba nuevamente, y es una respuesta al hecho de que los niveles de deserción aparente son relativamente altos en Chile.

Así, la proporción de estudiantes que se mantiene el segundo año en la carrera elegida no alcanza al 80 por ciento en las universidades (en los institutos profesionales y centros de formación técnica esos porcentajes son mucho menores, pero en esos planteles, en general, se exige sólo la PSU rendida).

Esta medida es bienvenida para ese poco más de 20 por ciento de estudiantes aceptados por las universidades y seguramente un porcentaje adicional al que quizás le gustaría cambiarse, pero no lo hace por la complicación que significa rendir otra vez la PSU.

Sin embargo, probablemente su efecto se concentrará en las universidades y carreras más exigentes, que son las que usan más intensamente este instrumento de selección. Entre los aceptados a éstas podría existir una mayor movilidad. Cabe recordar que la tasa promedio de retención esconde una alta dispersión.

Así, algunas universidades son capaces de retener a prácticamente el ciento por ciento de sus estudiantes, mientras otras no llegan al 50 por ciento, y esto parecería estar correlacionado con la selectividad.

La tasa de retención relativamente baja refleja un problema más complejo. De hecho, ella sigue reduciéndose en los años posteriores, para estabilizarse sólo en el cuarto año. Esta situación es costosa tanto para familias como para instituciones de educación superior, y varios factores influyen en ella. Desde luego, la elevada e innecesaria especialización de la formación universitaria inicial.

En el mundo parece haberse impuesto gradualmente el modelo anglosajón, caracterizado por una formación inicial más general, para avanzar en la especialización en etapas posteriores. En nuestro país, las principales universidades están aún muy alejadas de esta tendencia, en gran medida por la enorme influencia que ejercen las facultades.

Éstas suelen privilegiar la profesionalización temprana, lo que obliga a los jóvenes a tomar una decisión respecto de sus inclinaciones profesionales sin información apropiada.

La deserción está influida también por la excesiva duración de muchas carreras. En otros países los jóvenes pueden obtener un primer título universitario relativamente pronto, pudiendo especializarse más adelante, después de un paso por el mundo del trabajo.

Indudablemente, eso le otorga más riqueza a la formación terciaria y reduce, además, el riesgo de que muchas personas no terminen sus estudios superiores: en Chile, casi un tercio de las personas que están en la fuerza de trabajo y que asistieron a la educación superior no completó sus estudios.

Finalmente, la deserción también está influida por la falta de articulación del sistema de educación superior. Debería ser más fácil, como ocurre en otros países, transitar entre las distintas opciones de la educación superior. Pero eso es muy difícil, tanto por factores legales como de estructura curricular.

Nuestro país, las instituciones de educación superior y los estudiantes ganarían mucho si, además de extender la validez de la PSU por dos años, se abordaran estas dificultades.

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