¿Que haces por estos días Diego?
Actualmente estoy egresado de derecho de la Pontificia Universidad Católica, con el examen de grado aprobado, buscando que me den la práctica. Trabajaré en la campaña de diputado de José Antonio Kast.
¿Qué te dejo tu paso por el movimiento Gremial de la PUC?
Lo mejor, el haber conocido una generación grande de jóvenes de diferentes carreras que están dispuestos a entregar parte importante de sus vidas para servir a los demás y a las ideas de inspiración cristiana en que se funda el gremialismo. Lo peor: creo que nos falta ampliar e identificar claramente los temas que nos exige la sociedad hoy, para, con la flexibilidad del ideario gremialisma, articular un sueño de universidad y de país que encante y de respuestas a los dilemas del Chile de hoy. Creo que estamos en deuda con eso.
¿Qué hace falta por hacer en las universidades para que se consoliden las ideas gremialistas?
En las Universidades tenemos que pensar que están personas inteligentes, que no se convencen con cualquier cosa. Hoy el grueso de la universidades se fundan en proyectos educativos ajenos o de frentón contrarios a nuestras ideas, por ende tenemos que ser capaces de articular un proyecto universitario atractivo y contudente que dé respuesta a esos temas.
Nos falta primero ese sueño articulado, segundo testimonios coherentes y corajudos, y tercero promover acciones concretas que articulen movimientos en las universidades públicas y privadas.
Hoy los conceptos de participación = voto; de triestamentalidad, de intervencionismo de los partidos y otros por el estilo están permeando exclusivamente, a mi juicio, porque no hemos sido capaces de alzar banderas en esos temas. No basta la autonomía de los cuerpos intermedios, sino que tenemos que responder acerca de cual es la forma en que insertan los alumnos en las universidades desde su rol, de manera atractiva y convincente.
En una mirada al debate nacional y la tendencia a sobrevalorar el progresimo, ¿qué observas?
Chile siempre llega tarde a las tendencias globales, precisamente por su lejanía, por su resguardo geográfico y por su raigambre cristiana que cala profundamente en los grupos más humildes de Chile. Creo que un grupo articulado de intelectuales liberales, desde ciertas universidades, han ido trabajando desde los 90 una serie de iniciativas que progresivamente han ido desvirtuando los estandares de normalidad, alterando concepciones tradicionales de inspiración cristiana.
Y si bien han encontrado resistencia, hoy han ido imponiendo sus postulados en temas de familia, de dignidad humana, de pobreza (la estatización como respuesta), de educación (con planes educativos centralizados), de cultura (es cosa de ver las obras que se financian), etc. Ellos sí actúan coordinados ubicandose en puestos claves, sí influyen en el debate público, sí generan discipulos, sí tienen un proyecto coherente de todas las esferas de Chile basado en ideales liberales que han ido trabajando.
El cambio cultural no es algo espontaneo, sino más bien un proceso que han ido construyendo en el tiempo, avanzando por pasos bien definidos, eliminando la resistencia por pasos, haciendo que lo que antes era impensable, hoy sea normal. Y nosotros tenemos hoy un equipo de arqueros, que tratan de detener el sinfin de goles, pero no tenemos ni agenda, ni bases programaticas, ni masas críticas que nos permitan pasar a la ofensiva. Ahí está la encrucijada, de la cual, lo peor de todo, ni siquiera hemos tomado conciencia del todo.
¿Qué tiene MEO, que de acuerdo a la proyecciones en las encuestas debería pasar a segunda vuelta en atención de haber “acertado”, y tomado para suyo el concepto de recambio político?
La Derecha tiene un dilema crítico: se ha convencido de que para crecer tenemos que parecernos cada vez más a ellos, adoptar sus planteamientos. Así, se entiende perfecto la propuesta de Chadwick y de Allamand. Y el problema es que la raya cada vez se corre más hacia el liberalismo, impidiendo que liderazgos fundados en una sociedad libre de inspiración cristiana puedan tener alguna cabida.
Marco, con un liderazgo juvenil y renovado, ha sabido capitalizar lo que los pensadores liberales vienen trabajando hace tiempo, exaltandolo y llevandolo al extremo, con vistas de precipitar vertiginosamente el proceso de liberalización. Si no hacemos algo pronto, cada vez será más dificil poder parar liderazgos coherentes con nuestras ideas, pues se habrá instalado en la sociedad de que para ganar, tenemos que ser liberales.
¿Qué nos falta? Primero, un proyecto país consistente que de respuestas desde nuestras ideas, atractivamente, a los problemas sociales. ¿Cuál es nuestra visión diferente en salud, en vivienda, en educación, etc?
Segundo, una masa crítica consistente y formada que meta ruido en las universidades y en las organizaciones sociales, que haga valer nuestros puntos de vista, que capte adherentes que no sólo se muevan, sino que más bien entiendan la profundidad de lo que está en juego. Y tercero, visión de largo plazo; los liberales trabajan con tiempo, de a poco, con metas a corto, mediano y largo plazo; nosotros estamos todavía entrampados en la contingencia.
En ese sentido, los temas valóricos, ¿temas prioritarios hoy en el debate eleccionario?
Temas valóricos: yo creo que nosotros tenemos que 1. dar respuestas más satisfactorias que el no a la agenda liberal de la moral sexual; pasar del rechazo a la píldora y al aborto a una agenda de protección a la maternidad; pasar del rechazo a las uniones de hecho a agendas de fortalecimiento de la familia, etc. Pienso que además tenemos que salir de la moral sexual, que es un gran tema, pero no podemos encasillarnos.
La moral social tiene un inmenso atractivo, en políticas de barrio contra la vivienda aislada; en devolverle la dignidad a los pacientes en temas de salud; en fomentar la diversidad de los proyectos educativos y el derecho de los padres a la educacion de los hijos, etc.
Tenemos que ir más allá, y creo que la riqueza de nuestros principios dan mucho el ancho para eso. Yo creo que en esta elección se empieza a jugar el alma del Chile del mañana, si seremos una sociedad que conserva sus fundamentos cristianos, o si cede a los postulados de Gramsci y los liberales en general, revolucionandose la cultura de la mano de esas ideas. Eso, junto a un nuevo socialismo estatista en temas sociales. Ese es el meollo de esta elección.
Y nuestro candidato está cayendo en el mismo error del PP español: ceder para ganar, pretendiendo gobernar sin ceder después, cosa que me parece complicada, porque el día de mañana le cobrarán la palabra; y personas como nosotros estaremos condenados a ser los marginales de una derecha que ha llegado al poder cediendo en los temas fundamentales.
¿Qué cosas le recomendarías a los jóvenes que pretenden ejercer liderazgo?
La primera es que se formen, que busquen la verdad y que se preocupen por conocer bien los temas centrales del hombre, antropologicos y éticos; y también los asociados a temas importantes que les correspondan, sean universitarios, sean sociales. Lo peor es el activismo:
mover a la gente sin tener muy claro las razones de hacerlo. Y personalmente, los invito a tener una buena vida espiritual, cultivarla, para poder sobrellevar los embates de la contingencia. Y segundo, que actúen, que no se entreguen a placeres insulsos y ocupaciones banales, porque el desgaste se compensa con la tranquilidad de saber que hacemos cosas que valen la pena. Como decía el Padre Hurtado: “Los tiempos son malos. Serán mejores si cada uno cumple con su deber. Nosotros somos el tiempo. ¡Y Cristo está con nosotros!”
¿Cuáles son las mayores dificultades?
Jaime Guzmán siempre decía que la batalla más dificil, era la contra uno mismo, contra sus defectos, contra sus inclinaciones a cosas viciosas, contra sus desánimos. Debemos disponer nuestro espiritu, y correspondientemente nuestra voluntad y nuestra razón, para ser testimonios coherentes. Siempre imperfectos, pero siempre perseverantes. Luego, el mundo hoy probablemente nos será hostil muchas veces.
En ese sentido, primero no dejarse llevar por los vientos reinantes, sino contradecir la marea si es necesario. Y segundo, buscar compañeros de ruta, que naveguen con nosotros hacia puertos claros, que nos corrijan cuando erremos en el rumbo y nos alienten cuando los fuerzas escasean. Y por último, desapegarnos a las riquezas y aspiraciones personales, llamativas pero vacías muchas veces, buscando siempre cumplir con nuestro llamado.
¿Qué hacer en esos momentos dónde se siente que no vale la pena y que todo está pérdido?
Personalmente, pienso que dos cosas son de mucha ayuda. La primera, es no olvidar que para aquellos que creemos en una sociedad inspirada en el testimonio de Cristo, siempre debe permanecer la viva por una parte la esperanza de saber que Él ya ganó la batalla mucho tiempo atrás, y por otra la humildad de saber que si servimos como instrumentos honestos y comprometidos, no nos mediremos por los éxitos, sino por la fidelidad y la entrega.
Que no nos desalientes los criterios mundanos, porque tenemos que funcionar en otra sintonía, que como decía Jaime Guzmán, nos hará irreductibles.
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