martes, 27 de julio de 2010

Luis Corvalán, la vía pacífica y la vía chilena al socialismo

La muerte de protagonistas de otros tiempos, como las efemérides, convoca a la reflexión. Son momentos únicos desde los cuales construir y reconstruir nuevos sentidos acerca de nuestro pasado reciente. Nuestra propia historia y nuestro presente, además, demandan una comprensión más acabada de nuestro devenir, por lo que, desde el oficio de historiador, aportar con elementos de análisis al debate social constituye un imperativo ético y, más aún, la razón misma de nuestra función.

En la mañana del 21 de julio de 2010, dejó de existir Luis Corvalán, quizás el dirigente más destacado del Partido Comunista de Chile. Profesor primario y periodista, ingresó al PC en 1933, desempeñándose principalmente en los periódicos comunistas de la época. Integró el Comité Central en 1950, y ya en 1958, tras la muerte de Galo González, fue electo Secretario General, cargo que ejercería hasta 1989. Desde 1961 hasta el golpe militar de 1973, además, ocupó un escaño senatorial, transformándose en el principal polemista de su colectividad y uno de los líderes más influyentes de la vieja democracia chilena.El pensamiento político y el legado histórico de Corvalán están íntimamente imbricados con una de las principales fuerzas ideológicas de la política chilena.

El Partido Comunista de Chile, nacido junto con el proceso de modernización social, política y económica del país en el siglo XX, representó y encauzó las aspiraciones de cambio social de un significativo sector de la sociedad chilena, adscribiendo al mismo tiempo a la ideología revolucionaria más relevante de la centuria. Tanto Corvalán como el PC, en ese sentido, son producto de ese doble movimiento: su enraizamiento efectivo en los sectores populares locales y su conexión siempre explícita con un modelo global específico, el comunismo soviético. Mucho se discutió, y aún se sigue haciendo, sobre esta relación no necesariamente contradictoria. Su naturaleza está dada por los avatares del siglo pasado, es decir, por aquella progresiva -y conflictiva- integración ideológica a escala mundial, expresada de distintas formas en las múltiples realidades locales.

El comunismo chileno y Corvalán, a lo largo de su historia, supieron convivir con esa situación.

Aceptaron y defendieron el discurso ideológico soviético, y aún sus políticas revolucionarias tanto al interior del país como en su proyección hacia el mundo. Se transformaron en los paladines de la Revolución de Octubre en Chile, basando en ese referente originario su acción política y sus perspectivas futuras. El marxismo soviético, hilo conductor de su práctica y saber legitimador de su propia existencia, fue asumido como un conjunto de principios inalterables, según los cuales debía moverse tanto el Partido como la “historia”, hacia la supresión final de las diferencias de clase y la explotación del hombre por el hombre. Corvalán fue, por ende, un revolucionario. Y ello implicaba asumir una postura antisistema, en donde la realidad existente era considerada susceptible de una modificación radical.

Ello no significó, sin embargo, la marginación del PC de la vida político-institucional chilena, por más que otras fuerzas políticas lo hayan intentado. De hecho, la historia del comunismo chileno puede leerse como el continuo intento de integración al sistema democrático en la perspectiva de cambios revolucionarios futuros. Por supuesto, no fue fácil. Acosado en sus primeros años por las autoridades estatales y aún por organizaciones civiles (como las Ligas Patrióticas), el PC sufrió tempranamente su primera clandestinidad durante los años del autoritarismo ibañista. Durante los treinta, fraguó la alianza del Frente Popular junto a socialistas y radicales, aún cuando no era un partido reconocido legalmente. Sin participar en el gabinete de Aguirre Cerda, concentró sus energías en el cumplimiento del programa de gobierno, hasta que los vaivenes de la política chilena y global destruyeron la coalición. En la segunda posguerra lo volvieron a intentar, esta vez con Gabriel González Videla, a quien contribuyeron decisivamente a instalar en la Moneda y a cuyo primer gabinete se incorporaron El crecimiento electoral del PC, la agudización de las rivalidades partidarias, el despuntar de la Guerra Fría y el viraje del propio González Videla hacia el anticomunismo, terminaron con la presencia comunista en el gobierno, primero, y con su propia existencia legal, después.

La Ley de Defensa Permanente de la Democracia proscribió al PC por diez años, hasta que en 1958 una mayoría de partidos de centro-izquierda, junto con transparentar el sistema electoral, derogó dicha ley.

Corvalán se hizo cargo del PC en esa última coyuntura. Fue, también, el momento en que la izquierda marxista se rearticuló y unificó, construyendo la base política y programática desde la cual aspirar autónomamente al poder.

Junto al Partido Socialista y otras colectividades menores –aglutinados en el Frente de Acción Popular- el PC animó la vida política chilena durante la convulsa década de los sesenta. No es menor el hecho de que en los años de mayor profundización democrática de la historia republicana chilena (1958-1973) el PC haya asumido un rol protagónico en la vida política nacional. Hay en ese sentido una correlación evidente entre democratización y surgimiento de distintas propuestas de cambio social, una de las cuales se identificaba con un tránsito revolucionario hacia formas socialistas de convivencia. El PC extendió en esos años sus redes hacia distintas esferas de la realidad nacional. Tuvo una presencia parlamentaria imponente, contaba con medios de comunicación de masas influyentes, fueron mayoría continua en el mundo sindical y contaron entre sus filas con destacados intelectuales y artistas nacionales.

A pesar de los resquemores de sus opositores, Corvalán y el PC no abogaron por un asalto violento al poder. De hecho, Corvalán fue el principal defensor de lo que entonces se conoció como “vía pacífica”. En 1971 publicó Camino de victoria, una compilación de ensayos escritos durante los sesenta en torno a esta idea. En síntesis, podría decirse que Corvalán pensó posible un tránsito pacífico, institucional y gradual del capitalismo al socialismo gracias al alto desarrollo democrático e institucional de Chile. El Estado, si bien entendido como una manifestación del dominio de clase, fue concebido también como una estructura permeable y posible de controlar por medios democráticos, desde el cual se podían impulsar los cambios sociales anhelados por los sectores populares. Este conjunto de ideas se entroncaron, no sin discusiones, con las desarrolladas entonces por Salvador Allende y parte del socialismo chileno. Fue esa la materia prima de lo que después se conocería como la “vía chilena al socialismo”, nombre dado al proyecto revolucionario que animó al gobierno de la Unidad Popular entre 1970 hasta su derrocamiento en 1973.

El golpe militar significó una profunda derrota de estas concepciones. No solamente porque el experimento revolucionario acabó abruptamente, envuelto en querellas internas, crisis económica e intentos sediciosos de la oposición. La derrota tampoco acaba en la instalación de una férrea dictadura militar y el inicio de una represión exterminista en contra de las colectividades de izquierda y sus adherentes, si bien esa es su cara más trágica y condenable.

También ese 11 de septiembre se destruyó la concepción de la “vía pacífica”, aquella posibilidad aún no experimentada de cambios revolucionarios en democracia. Corvalán fue capturado y conducido a los centros de reclusión del régimen, hasta que en 1976 fue canjeado por un disidente soviético y enviado a Moscú.

Mientras tanto, el PC asumió la interpretación soviética sobre el golpe chileno, criticando la falta de medios militares para defender la revolución y el exceso de confianza en la institucionalidad “burguesa”. La dureza de la dictadura -que hizo del anticomunismo el fundamento de sus políticas represivas- la destrucción del tejido social y los cambios en la misma composición del PC, entre otros factores, provocaron el viraje de la colectividad hacia formas armadas de lucha, contraviniendo su desarrollo histórico e hipotecando sus posibilidades futuras de integración política. La rigidez ideológica y la ambigua posición mostrada ante el proceso de transición a la democracia, sumadas a los intentos explícitos de exclusión del PC por parte de las fuerzas de centro y derecha, terminaron por sumir al comunismo en una posición de marginalidad durante los gobiernos de Concertación, a pesar de que hizo suyas banderas muy sentidas por la mayoría social, como la equidad, la profundización democrática y la defensa de los Derechos Humanos.

Corvalán fue testigo y actor también de estos procesos, aunque quizás no con el protagonismo de otras épocas. Fiel a sus principios de obediencia partidaria, apoyó el “cambio de línea” y, desde Moscú, defendió la ortodoxia ideológica de la colectividad. La “vía pacífica” había muerto.

La vuelta al Parlamento del Partido Comunista a finales del 2009 parece implicar una nueva etapa en su ya casi centenaria vida. Luis Corvalán, ya retirado, alcanzó a observar con alegría ese suceso. El fin de la exclusión puede ser, también, la vuelta del péndulo hacia aquella constante histórica del PC interrumpida por la dictadura y sus consecuencias: bregar por la transformación profunda y progresiva de la sociedad a través de la integración en la institucionalidad democrática.

Respeto y admiro a este hombre honesto y noble a quien tuve el honor y el placer de conocer en vida, que aunque teníamos ideales muy distintos siempre tolero mis conceptos y formar de ver la vida como el de respetar las diferentes formas de pensar de los demás, era un hombre pacífico y que me causaba profunda confianza a pesar de casi nunca estar de acuerdo, Don Luis descanse en paz. Y este no es un adiós sino un hasta pronto y gracias por su aporte a la diversidad, a la tolerancia y al saber.

Piñera desecha indulto masivo para Bicentenario y excluye a condenados por DD.HH.

En respuesta a las propuestas de la Iglesia Católica y Evangélica, el Presidente anunció indultos particulares "en forma prudente y restrictiva" y dejó fuera a los que cumplan penas por homicidios, violaciones, abusos a menores y crímenes de lesa humanidad. Ello, pese a que la Iglesia pidió analizar el grado de responsabilidad de ex militares sentenciados.

El ministro Cristián Larroulet asistió ayer a la misa que celebra todos los domingos en la Catedral el cardenal Francisco Javier Errázuriz, al mediodía. Al finalizar la ceremonia, el titular de la Segpres se acercó al arzobispo para informarle sobre la respuesta que poco antes había entregado el Presidente Sebastián Piñera a las propuestas de indulto que tanto la Iglesia Católica como las Evangélicas hicieron durante la semana pasada, con motivo del Bicentenario.

Acompañado por Larroulet y el ministro de Justicia, Felipe Bulnes, el Mandatario descartó enviar un proyecto de ley al Congreso para otorgar un indulto general y anunció que aplicará, en cambio, indultos particulares "en forma prudente y restrictiva, analizando caso a caso".

Piñera explicó que se considerarán criterios restrictivos, como la avanzada edad de los reclusos, enfermedades terminales y razones humanitarias equivalentes. Sin embargo, aseguró que quedarán excluidos de dicho beneficio quienes hayan sido condenados por actos terroristas, narcotráfico, homicidio, violaciones o abusos contra menores, y crímenes de lesa humanidad. En su propuesta, la Iglesia dedicó un párrafo especial a quienes cumplen penas por delitos contra los DD.HH. En él se planteaba considerarlos a la hora de aplicar beneficios, bajo ciertos parámetros: grado de responsabilidad que le cupo a cada uno, si actuaron con libertad, si tuvieron gestos de humanidad y si han manifestado arrepentimiento. Sin embargo, Piñera descartó conceder indultos a cualquier persona condenada por crímenes cometidos durante el régimen militar.

En sus conversaciones con dirigentes de la Concertación y la Alianza, Piñera recibió peticiones explícitas en ese sentido. Por ello, ya desde el inicio del debate sobre el tema, desde La Moneda se habían dado señales respecto de la postura que tomaría el gobierno, adoptando criterios como unidad nacional, humanidad y lucha antidelincuencia (ver claves).El presidente de la Conferencia Episcopal, Alejandro Goic, dijo anoche en Tolerancia Cero que "no pensamos que la propuesta iba a tener el rechazo que tuvo", y dijo que un factor que influyó son los casos de pedofilia que han aparecido en los medios.

Piñera anunció, además, que el gobierno buscará mejorar la calidad de vida de los reclusos y sus condiciones en las cárceles, y pidió un balance de la situación en ellas (ver recuadro). Una hora y media antes de hacer el anuncio, Piñera se reunió con Larroulet, Bulnes y el asesor presidencial Ignacio Rivadeneira. En La Moneda, terminaron de afinar los detalles del texto en el que trabajaron desde el miércoles, tras conocer la propuesta de la Iglesia. Fuentes de gobierno señalan que el debate evidenció diferencias en el gabinete. La postura inicial de Larroulet -que compartía el ministro de Defensa, Jaime Ravinet-, de acoger la propuesta de la Iglesia, chocaba con el escepticismo de Bulnes y del ministro Rodrigo Hinzpeter, firme detractor de cualquier tipo de indulto.

El Pc califica de "sensata" la decisión del Presidente Piñera sobre el indulto

Quedaron tranquilos porque no se realizarán indultos a nadie implicado en causas de violaciones a los derechos humanos.

El diputado Guillermo Teillier, presidente del Partido Comunista, cree que fue sensata la decisión del presidente Sebastián Piñera de rechazar la aplicación de un indulto general.
"Creo que habría sido un agravio al conjunto de la humanidad que se ha empeñado este último tiempo en lograr que los crímenes de lesa humanidad no prescriban. Porque se han cometido crímenes tan horrorosos en el mundo", señaló Teillier a CNN Chile.

El mandatario señaló el domingo que no haría un indulto general pero que revisaría algunos casos muy excepcionales. En ese sentido Teillier se mostró confiado en la palabra del presidente Piñera y que no habrá indulto de ningún tipo para los violadores de derechos humanos.

El timonel del PC cree también que es necesaria una discusión más a fondo sobre el tema del indulto, lo que significa la delincuencia nivel social, la falta de educación y la desigualdad en Chile.

Pamela Pereira: "Hubiera querido que los gobiernos de la Concertación hablaran con está misma claridad"

"Gracias, Presidente", fue la frase con que la abogada Pamela Pereira -querellante en emblemáticas causas de derechos humanos, como el caso Prats- inició ayer su análisis sobre la decisión del Presidente Sebastián Piñera de rechazar la idea de un indulto general y excluir de plano los delitos de lesa humanidad, entre otros, para eventuales beneficios.

"No tengo ningún reproche a lo que ha dicho el Presidente, ninguno", agregó la profesional y militante del PS, quien incluso fue más lejos al criticar los indultos que dictaron los gobiernos de la Concertación.

"Hubiera querido que los gobiernos de la Concertación hablaran con esta misma claridad y con el sentido de oportunidad con que se hizo", afirmó. Quienes no quedaron completamente satisfechos con la decisión de Piñera fueron los miembros de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos.

Su presidenta, Lorena Pizarro, aseguró que es necesario que el Gobierno explicite que quedan excluidos de la opción de indulto "todos los agentes del Estado que cometieron delitos contra chilenos y chilenas en el periodo de la dictadura".

"Necesitamos asegurar aquella situación. Si bien el Presidente hoy día (ayer) ha dicho que excluye a los sujetos vinculados a crímenes de lesa humanidad, para nosotros es fundamental que aquello sea especificado", explicó la dirigenta, quien agregó que "en el caso a caso está el peligro".

En la agrupación pretenden ser recibidos por el Mandatario para aclarar el punto y, según explican, no dejar ningún espacio a los abogados de condenados en casos de derechos humanos para pedir el beneficio.

Para la abogada Pereira, en cambio, no hay dudas: "El Presidente fue clarísimo. Yo no voy a distorsionar lo que él ha dicho: No al indulto general y en el caso de indultos particulares excluyó explícitamente la categoría de crímenes de lesa humanidad y otros delitos muy graves de connotación social. Yo comparto esa postura y me quedo con eso, que es lo central".

Más escéptico se mostró el abogado Nelson Caucoto -querellante en múltiples casos de derechos humanos-, quien valoró la decisión, pero prefiere ver si se cumple.

"Vamos a estar muy atentos fundamentalmente si hay un indulto de carácter particular también en materia de lesa humanidad a pesar de que él (el Presidente) lo ha descartado. Vamos a ver lo que va a pasar", señaló el profesional.

Caucoto, coincidiendo con la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, planteó que en el análisis caso a caso podría haber espacio para otorgar indultos a condenados por delitos vinculados a los derechos humanos.

"El tema es que en materia de derechos humanos hay que defender a ultranza los principios, y este principio de que no hay indulto, no hay prescripción, no hay amnistía, tiene que ver con una obligación fundamental que tiene el Estado de Chile que es no menoscabar el castigo, la sanción", explicó el abogado.

¡No a las reeleccines!

Mis declaraciones de que, no obstante la solidaridad con la Presidenta Bachelet frente a los ataques injustos que se le hacen, “es un error plantear su reelección”, han desatado una polémica interesante, salvo los juicios de algunos que en vez de debatir han preferido las descalificaciones.Lo primero a indicar es que hay una corriente universal contraria a las reelecciones de presidentes. Hay países que las prohíben de modo absoluto (México, Ecuador) o las permiten sólo para un período inmediato, pero luego la niegan para siempre (en Estados Unidos, Bill Clinton, cuya popularidad hoy supera a la de Obama, no podrá ser reelegido nunca).

Otros la autorizan, pero no inmediata, sino por períodos sucesivos: Argentina, Perú, Chile. En la vereda contraria, Chávez las considera ilimitadas, y otros como Uribe o Fujimori, que intentaban tres reelecciones sucesivas, debieron ceder, el primero acatando una decisión institucional, y el segundo, porque el intento provocó su caída.

La razón de la oposición a las reelecciones es que afectan negativamente a la democracia, debilitan a los partidos, impiden su renovación e incluso los destruyen, y, peor, introducen en el sistema político entero una dosis de personalismo que es tóxica. Obviamente las reelecciones no son el único factor de decadencia política —ella nunca tiene una sola causa—, pero sí son una contribución. La experiencia no deja dudas. Perú, que tuvo un sistema de partidos incipiente, hoy lo tiene destruido en parte por los afanes reeleccionistas de Belaunde, García, Fujimori y ahora Toledo. En Colombia, los intentos de Uribe provocaron el rechazo de sus propios partidarios, señalando que afectaba negativamente a la democracia, los partidos y la probidad. El aporte a la destrucción de la democracia venezolana hecha por los propósitos reeleccionistas de Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera es conocido.

Las comparaciones anteriores no significan decir que tienen la misma altura moral Bachelet que Fujimori, Kirchner o Uribe. Se trata de que ningún sistema político se construye a partir de la virtud individual de uno de sus miembros, sino de la necesidad de limitar el poder y someterlo a normas, quienquiera que lo ejerza. El mal gobierno ronda por igual a los justos que a los corruptos, y el abuso de poder es más indignante y difícil de controlar cuando se hace en nombre de la virtud.

Las reelecciones, además, personalizan la política en torno de un nombre y conducen, más luego que tarde, al caudillismo. El debate se centra en torno de una persona, de lo que fue su pasado gobierno y lo que podría ser su futuro gobierno. El debate sobre ideas, siempre escaso, se hace casi imposible y la renovación de la política, más difícil. Los adversarios centran su acción en una campaña negativa, destinada a destruir al ex gobernante, y sus partidarios agotan sus fuerzas en su defensa hasta quedar exhaustos para generar nuevos proyectos. Los partidos, sus nombres e ideologías, ceden ante los “kirchnerismos”, “uribismos”, “chavismos”, “correísmos”, “danielismos”. Perú, cuyo éxito económico es empañado por su decadencia política, en los próximos años no discutirá sobre cómo enfrentar esa crisis, sino acerca de la vuelta o no de Alan García, que ya antes de abandonar su actual Presidencia insinúa su propósito de una nueva reelección. La vocación de gran potencia de Brasil supone el desarrollo de un sistema político maduro y no de un caudillismo, a lo que desgraciadamente apunta el que el Presidente Lula, después de dos períodos sucesivos, flirtee con su reelección en 2014.

Tengo el mayor aprecio por la Presidenta Bachelet, pero lamentaría mucho, por ella, por su partido y por el país, que los próximos años fueran una discusión por ensalzarla o destruirla; por apostar a su reelección o a su ruina; por la división de su partido en torno de su nombre. Al contrario de los que me acusan de proponer jubilarla, creo que su figura sólo ganaría influencia, nacional e internacional, y su gobierno reconocimiento si desechara su reelección.

jueves, 22 de julio de 2010

Oposición anticipa rechazo en el Congreso a la iniciativa de indulto de la Iglesia

Si en el oficialismo el jefe de la bancada de diputados RN, Mario Bertolino, calificó la propuesta de la Iglesia como "valiosa, integradora y conciliadora" y su par de la UDI, Patricio Melero, consideró que la iniciativa es "justa y equilibrada", en la Concertación rechazaron que el documento pidiera evaluar "caso a caso" la situación de condenados por delitos a los derechos humanos ocurridos durante el régimen militar.

En las semanas previas éste fue el punto más resistido por los parlamentarios y dirigentes de la oposición, quienes ya habían advertido su negativa a revisar casos relacionados con delitos de lesa humanidad.

"Vamos a exigir el cumplimiento estricto de los tratados internacionales que Chile ha suscrito", señaló el senador DC Andrés Zaldívar, quien si bien valoró la propuesta integral entregada ayer por la Iglesia, reafirmó su "visión crítica" respecto a posibles indultos para casos de violaciones a los derechos humanos.

En el PS, la senadora Isabel Allende fue más allá y calificó como un "profundo error" que la Iglesia haya mezclado delitos imprescriptibles de lesa humanidad con la situación de cárceles y la necesidad de rehabilitación en condenados por delitos menores.

Asimismo, el jefe de bancada PPD, Ramón Farias, afirmó que la Iglesia Católica "se equivoca al pedir un indulto a aquellos que mataron a sus propios feligreses en la época de la dictadura".
Los líderes del PC y el ex candidato presidencial Marco Enríquez-Ominami también se sumaron al rechazo a dar libertad o beneficios carcelarios a ex uniformados.

Mientras el diputado y presidente del PC, Guillermo Teillier, aseguró que la Iglesia no puede pedir al Parlamento que se desentienda de tratados internacionales previos, desde México, donde se encuentra participando en un foro de integración latinoamericana, el ex diputado y actual presidente del PRO criticó duramente la facultad presidencial del indulto y pidió su derogación definitiva.

miércoles, 21 de julio de 2010

Gracias Mónica por tu amor.

Querida y amada Mónica en estos 6 meses que cumplimos ayer para mi han sido maravillosos siempre me entregas una sonrisa, tu incondicional apoyo y un verdadero amor que sé que es algo mutuo, te deseo lo mejor y sabes que cuentas conmigo en las buenas y en las malas, estás son algunas y sentimientos que te escribí y otros que transcribi con todo esto te quiero expresar mi amor irrestricto, un cariño verdadero y un agradecimiento por todo mi amor, te amo y te extraño.

Cuando amas de verdad el corazon se convierte en tu razon.

El amor es un santo perfume quien lo respira prefiere ahogarse antes que expulsarlo.

Amor es la razon de vivir y una vida sin amor no es vida.

Lo del exterior siempre llama la atención, lo del interior siempre llama al amor.

El amor es una sentimiento que no se puede ocultar, si no lo dice la boca lo dice el dulce mirar.

El amor no tiene definición, por que definir es limitar y el amor no tiene limites.

El amor es lo que te hace inolvidable y lo que ayuda a saber que estas vivo.

Cuando el amor es magico se llama destino.

Todos los hombres somos iguales, lo que nos hace diferentes es la mujer que elegimos.

El amor es lo mas deseado en la vida, el amor causa dolor pero en su momento alegria.Sin el no podemos vivir y con el no sabemos vivir pero al final de todo, el amor es nuestra razon de existir.

El amor es un sentimiento que nunca se puede olvidar y cuando lo llevas dentro jamas lo podras sacar.

Decir te amo son palabras que se las lleva el viento, demostrar que amas a alguien eso es lo que nunca se olvida y lo que mas vale.

El amor es el único estimulo de la vida.

Los amores son como los niños recien nacidos, hasta que no lloran no se sabe si vive.

El amor aveces te engaña, te desafia y te miente, pero todo eso te lleva darte cuenta que sin el no podrias vivir.

El amor es como un ser vivo, si no lo alimentas acaba muriéndose.

Las lagrimas son la ultima sonrisa del amor.

En una mirada se puede regalar el mar y en un beso el infinito.

lunes, 12 de julio de 2010

La élite y el caso Prats

Lo más relevante de la sentencia que puso término al juicio por el asesinato del general Prats no es la condena por homicidio. Ninguno dudaba de la autoría de ese crimen. Así que eso no es lo más notorio.

Lo más notorio es la condena por asociación ilícita.

La Corte Suprema consideró que Contreras y otros miembros del Ejército se asociaron para silenciar, mediante la ejecución de delitos, a los opositores, reales o supuestos, de la dictadura con el fin de evitar que tambaleara.

Nada menos.

La sentencia de la Corte equivale a mirar a la dictadura de Pinochet y reconocer que se sostuvo echando mano al crimen. Desde temprano, y al abrigo de las estructuras del Ejército, con sus uniformes y sus jerarquías, se organizó una pandilla de maleantes para acechar primero y matar después a quienes, como el general Prats, se les antojaba pudieran oponerse al régimen.

La declaración de la Corte Suprema desmiente así una de las coartadas más recurrentes entre los partidarios de la dictadura: que se trató de excesos, que un conjunto de funcionarios, por propia iniciativa, y en medio del desorden de esos años, acabó traspasando los límites.
No era así.

Ahora sabemos -lo declara la Corte- que cuando, convertidos en despojos humeantes, Prats y su mujer saltaron por los aires, ya había una estructura que se había asociado para, mediante el crimen, consolidar al régimen. Esa asociación ilícita -relata la Corte- operó desde fines de 1973 y "planeó la eliminación física del General Prats porque resultaba peligroso según su visión para la permanencia del Gobierno Militar en Chile".

En otras palabras, el régimen nació provisto de una estructura criminal que, desde muy temprano, poseyó reglas, rutinas, espíritu de cuerpo y un amplio acceso al Estado que le permitió actuar hasta mucho tiempo después del crimen de Prats, con casi total impunidad. Allí donde se decía que no había más que excesos, hubo -en cambio- una cuidada planificación.

¿Qué pudo ocurrir para que en medio de la sociedad chilena una partida de criminales como esa pudiera prosperar en las sombras, cometer una y otra vez crímenes, pasearse por aquí y por allá, y ni la prensa ni los tribunales ni casi nadie, durante más de una década, dijera nada que fuera siquiera parecido a una alarma o una denuncia?

La ignorancia que muchos alegan no es plausible. Quienes pertenecían a la élite de derecha de esos años, a los grupos de mayor acceso cultural y social, y para qué decir la prensa, los intelectuales y los propios militares, pudieron perfectamente enterarse. La Iglesia Católica -que en esa época se inspiraba en la parábola del buen samaritano- lo sabía todo y lo denunciaba a los cuatro vientos.

No fue entonces la ignorancia lo que les impidió ser críticos e indignarse.
Sólo queda como explicación la connivencia o la cobardía.

Y de esas dos explicaciones una es vergonzosa -la cobardía-, pero la más problemática es la connivencia. Los sectores que entonces pertenecían a la élite -a esas minorías que acceden a los bienes escasos del prestigio y del poder- toleraban esos crímenes porque, para sus adentros, lo consideraban el precio indispensable a pagar por el orden y la modernización. Por eso huían de las parroquias que denunciaban los abusos y preferían el sosiego de las iglesias más intimistas; aplaudían los logros económicos del régimen y hacían la vista gorda con todo lo demás.

La Corte Suprema acaba de condenar a los asesinos del general Prats, y la justicia debe estimarse cumplida. Pero sigue pendiente un asunto que ninguna declaración o ceremonia puede apagar, una pregunta que no se relaciona con la justicia, sino con la calidad de nuestra vida ética: ¿por qué en esos años la élite no estuvo a la altura de los ideales morales que suele declarar? ¿Por qué la tradición que le gusta cultivar no le evitó la cobardía?

Porque lo que la sentencia de la Corte vino, para nuestra desgracia, a recordarnos, es eso: que nuestra historia política se pareció, durante muchos años, a una partida entre criminales, connivientes y cobardes.

Ser democratacristiano hoy

¿Habrá algún DC que no reconozca que su partido vive hoy momentos muy difíciles? Y, claro, no se trata del Padena o de la API, sino de una de las colectividades más relevantes en la historia de Chile en los últimos 70 años, por lo que es toda la política chilena la afectada.

Derrotado su reciente candidato presidencial; descolocada su dirigencia concertacionista por el progresismo ilimitado de sus socios; desanimadas sus bases por la indefinición de sus dirigentes, todo le tiembla, más allá de una exitosa elección de senadores. Una triple D —derrota, descolocación y desánimo— inunda la conciencia democratacristiana. Es cierto que ese órgano clave —que hace de válvula de seguridad en la vida personal y colectiva— hace ya años que en la DC no funciona como debe, pero también es efectivo que los viejos falangistas todavía se preguntan cómo es posible que haya sucedido todo lo que les pasó; se interrogan sobre tantas cosas mal hechas y apenas encuentran respuestas.

“La defensa del hombre amenazado en su realidad espiritual antes que en las estructuras más exteriores, y la defensa de ciertos valores universales es la tarea urgente”, afirmaba un autor. Y otro añadía: “Los acontecimientos de la política nacional, las nuevas orientaciones del pensamiento católico, las directivas pontificias y otras causas contribuyeron a formar una generación juvenil de acusados perfiles propios, que encerraba valores indiscutibles y manifestaba definida personalidad, dentro de amplia y consistente homogeneidad”.

Eso fue la DC originalmente: convicciones fuertes, junto a organización y mística, para defenderlas y promoverlas. Son citas que los viejos falangistas reconocen de inmediato y a las que adhieren con reverencia. Pero son sentencias que los actuales DC —en su mayoría, buenas personas— consideran quizás algo ñoñas o beatas.

Si aún las valoraran, de ninguna manera la Democracia Cristiana exhibiría una confusión tan grande sobre qué es la persona humana y qué implica proteger su dignidad y su trascendencia.

Porque el principal error de la DC actual no está en sus concepciones estatistas, ni en su desmesurado democratismo, ni en algunas de sus fórmulas económicas fracasadas, sino en la manera gelatinosa en que el partido conceptualiza sobre el ser humano.

Y si tuvieran en cuenta aquellas antiguas afirmaciones, no temerían asumir un camino propio, depurado del mesianismo de los 60, pero fuerte en perfiles bien diferenciados. Por el contrario, hoy la DC aparece en tantas materias simplemente como otro PPD, sólo que disfrazado con ropajes algo clericales cuando la amenaza progresista toca a degüello.

Finalmente, si consideraran aquellas frases como vigentes, no habrían facilitado la presencia en el Congreso —sí, en listas comunes— de quienes niegan todos y cada uno de los presupuestos cristianos del orden social y, de paso, han combatido con energía a los propios falangistas desde su origen, allá por fines de los años 30. Pero lo que les espera es todavía peor si no reaccionan: rendirse a una alianza aún más amplia con las izquierdas, con ese PC presente y creciente, bien amparado en sus variados socios.

(Por cierto, las citas referidas corresponden a Eduardo Frei Montalva y a Alejandro Silva Bascuñán, respectivamente).

Lo que haga la DC —podría pensar alguien— es problema de ella. No: ciertamente, puede ser problema y drama para Chile y, en especial, para la UDI y su necesidad de aprender de los errores falangistas.

Desgraciadamente, siempre cabe la posibilidad de que clame algún democratacristiano: ¡Que no nos vengan a dar lecciones desde fuera!

¿Y de dónde si no?

miércoles, 7 de julio de 2010

Las señales del sorprendente Imacec

La forma que ha adquirido la expansión del PIB ha puesto en un lugar destacado del debate la reacción del Banco Central en términos de tasa de interés.

Sorprendiendo al mercado y las autoridades económicas, el Índice Mensual de Actividad Económica (Imacec) correspondiente a mayo marcó un incremento de 7,1%. Se trata de la cifra más pronunciada desde junio de 2005, ocasión en que avanzó 7,2%. El dato hizo que los analistas subieran de inmediato sus proyecciones para el año, estableciendo un consenso en torno a 4,8%, esto es tres décimas por encima de lo que habían anticipado previamente. Mientras el Ministerio de Hacienda estima que el PIB se expandirá en 4,5%, el Banco Central ha preferido moverse en el rango entre 4% y 5%.

La interpretación general tras el guarismo de mayo apunta consistentemente a que se han superado los efectos negativos del terremoto del 27 de febrero (en marzo se registró una caída de -2,9%) y también parece haber quedado atrás el impacto de la crisis subprime que estalló en 2008 y que condujo a una contracción de 1,5% en el Producto en 2009.

Aunque casi todos los rubros experimentaron alzas, es claro que la locomotora del crecimiento después del 27-F ha sido el consumo. Los números en este sentido son reveladores: la variación anual del sector es de 19,1%. Desde luego la venta de bienes durables, como la electrónica asociada al Mundial y la renovación de automóviles, explica en significativa medida el salto del comercio. De hecho, las estimaciones para el próximo mes son más moderadas, precisamente porque el dinamismo de la demanda tendería a reducirse.

En este contexto, también se ha subrayado como indicio positivo la expansión de la industria, que crece después de un período flojo, si bien el rango -así como el de la construcción, la pesca y la agricultura- se sitúa todavía por debajo de lo que ha ocurrido con el comercio, transporte y comunicaciones y servicios.

La forma que ha adquirido la expansión del PIB en mayo desde luego ha puesto en un lugar destacado del debate la reacción del Banco Central en términos de su política monetaria. En torno a esto hay un punto de acuerdo: que el instituto emisor continuará normalizando la tasa de interés y que en julio la reajustará a lo menos en 50 puntos base dejándola en 1,5%. No obstante, los especialistas también creen que el precio del dinero mantendrá un perfil expansivo por lo menos hasta entrado 2011.

En este ámbito el ex presidente del BC Vittorio Corbo postuló ayer que el riesgo para los próximos meses es el de sobrecalentamiento de la economía, lo que exige medidas de contención de la autoridad. Cabe mencionar que incluso hay analistas que observan que la inflación podría superar el techo de la meta que se ha fijado el Central. A pesar de las prevenciones que se han manifestado en diversos niveles de análisis -el propio titular de Hacienda ha recomendado prudencia con las expectativas y además persiste la incertidumbre en el escenario internacional por la debilidad en Europa y la recuperación imprecisa en EEUU-, la cifra de crecimiento del Imacec constituye una muestra de consolidación de la reactivación y de confianza de las personas en la evolución de la economía.

martes, 6 de julio de 2010

Calidad del periodismo

Es sabido que la libre expresión es la madre de las libertades en una sociedad democrática. Se sabe también que los medios de comunicación de masas son el vehículo privilegiado para ejercer dicha libertad. Por tanto, es esencial, para la salud de la sociedad moderna, que los medios publiquen debidamente informaciones, opiniones e ideas (además, naturalmente, de tener espacio para el entretenimiento y la publicidad).

¿Debidamente? ¿Quiere decir esto que la prensa debe ser veraz? Por supuesto, es altamente deseable que lo sea, pero ello no se puede imponer por ley. Antaño, un viejo profesor nos explicaba que es posible transitar, en sólo dos pasos conceptuales, todo el trecho que separa la libertad de la peor censura. Punto de partida: "¡Viva la libertad de expresión!". Paso 1: "La libertad, claro está, al servicio de la verdad". Paso 2: "La verdad, desde luego, calificada por la autoridad".

Las falsedades sobre hechos que nos atañen personalmente, deben ser, por cierto, reparables. Una persona erróneamente aludida, tiene derecho a rectificación o respuesta en el mismo medio.

El punto es el de la verdad sobre noticias de interés público y, más importante aún, sobre la interpretación de éstas. Acerca de ello no es posible imponer un estándar determinado. La única solución consiste en que haya acceso a tantos y tan diversos medios de comunicación, que los lectores, auditores o televidentes puedan formarse su propia opinión. Además, tal diversidad fuerza a los medios a auto-regularse; de lo contrario perderían credibilidad y público (y, como consecuencia, viabilidad económica).

Otro punto crucial es el del respeto a ciertos estándares básicos, por parte de los profesionales de la prensa. Naturalmente, los medios de comunicación tienen su orientación editorial. Por ejemplo, todo el mundo informado sabe que el New York Times es liberal y el Wall Street Journal, conservador; y que Le Monde Diplomatique en español está más a la izquierda que su versión en francés. Lo medular no es que tengan una línea determinada; el problema se presenta cuando esa línea influye también en aspectos más netamente técnicos o profesionales como los titulares, la forma de presentar las estadísticas, la compaginación, la selección de las fotos…

Y acerca de esto ¿cómo andamos por casa? En la prensa escrita chilena, como se sabe, hay un duopolio. Esto genera una cierta variedad y competencia, pero muy insuficiente. En la Televisión abierta, existen unos cuántos canales. Sólo en la radio es posible hallar más diversidad; o bien en los todavía incipientes (aunque velozmente cambiantes) medios digitales.

En un medio masivo no puede pretenderse que cada periodista tenga plena autonomía editorial. Sin embargo, en los mejores periódicos de países con larga tradición democrática, es común que la dirección del diario, esto es, la planta profesional, sea bastante autónoma respecto de sus dueños. Por supuesto, éstos designarán a un director más o menos afín con su propia línea política, ideológica o valórica. Pero los propietarios no intervienen en el día a día del trabajo periodístico. Tal autonomía relativa es bastante desconocida en los diarios chilenos, aunque en alguno se comience a insinuar más que en otro.

Tanto o más grave es la manipulación de la presentación de las noticias, de acuerdo a las preferencias políticas del medio. Un solo botón de muestra: Bajo la presidencia anterior, cierto día, un importante diario santiaguino dedicó su titular de portada al hecho que un enfermo mental había quemado una imagen religiosa en la catedral. En la misma edición se consignaba, en páginas interiores, la noticia de una redada policial que condujo a la captura de centenares de delincuentes. Si estos sucesos se hubiesen producido hoy en día ¿cuál habría sido el principal titular?

lunes, 5 de julio de 2010

La universidad pública en gavetas oxidadas: de olvido y desigualdad

TAGS: educación educación pública política educativa desigualdad universidad

"Se ha vuelto evidente que el poder real es el poder económico.
Tú no eliges a la administración de Coca Cola o de General Motors"
(José Saramago)

No fue coincidencia. Un día antes del 18 de septiembre de 1843 Andrés Bello, el ilustre venezolano, unía la celebración nacional y la inauguración de la primera universidad de nuestra naciente república. El entusiasmo libertario y el papel fundamental a jugar por la Universidad de Chile se fusionaron en los salones que fueron testigos del discurso: “La universidad, señores, no sería digna de ocupar un lugar en nuestras instituciones sociales, si (como murmuran algunos ecos oscuros de declamaciones antiguas) el cultivo de las ciencias y de las letras pudiese mirarse como peligroso bajo un punto de vista moral, o bajo un punto de vista político” (Discurso de inaugural de la Universidad de Chile de Andrés Bello, 17 de septiembre 1843). Esa universidad pretendida por Bello, era definida como un “Cuerpo expansivo y propagador de las ciencias y las letras”, donde “el arte era la regla de la imaginación”, donde “las Facultades eran un sistema integrado”, y donde existía un rol esencial a cumplir para apoyar la educación elemental. La idea de “producción” hace 170 años atrás estaba enraizada en la convicción de que la razón podía iluminar las sendas de la construcción de la Patria, y podía cautelarnos de no caer en un empirismo ciego. Pero como bien describiría nuestro José Saramago… la ceguera se ha propagado como la peste, y la historia no es más que archivos guardados en gavetas oxidadas.

Pero recordar es una responsabilidad. Hace 28 años comienza en Chile una de las más grandes reformas educacionales de su historia, interrumpiendo los avances notables de la educación chilena acumulados durante el siglo XX, que la habían llevado tempranamente -en relación con nuestros países vecinos- a superar el analfabetismo, promoviendo activamente el acceso a todos los niveles educativos (incluido el terciario). El rol del Estado de Chile era crucial y había logrado vencer a los sectores conservadores que afirmaban que la educación era una responsabilidad única de los padres y que el Estado (calificado de socialista por estos sectores a principios del siglo XX) “no podía obligar a estos padres a enviar a sus hijos a la escuela”. Así, nuestro sistema educativo logró posicionarse como un ejemplo en América, con crecientes niveles de justicia.

Grandes pedagogas y pedagogos nacionales eran invitados a participar de las diversas reformas educativas de nuestro Continente. Las universidades chilenas llegaron al punto de comenzar a comprender que el desarrollo del país implicaba asumir la diversidad de necesidades regionales, y es así como comienzan hacia los años 50-60 a crear sus sedes. La Universidad de Chile y la Universidad Técnica del Estado se hicieron presentes a lo largo de nuestra geografía.

Sin embargo, la reforma de la dictadura militar (1973-1990) recuperó la marginal propuesta neoliberal de los Chicago Boys de los años 60. El sistema universitario chileno comienza a ser desmontado, en un movimiento que no se detiene hasta hoy. Se violaron los derechos humanos del cuerpo docente, administrativo y estudiantil; se cerraron facultades; se quitaron las sedes regionales de las dos universidades mencionadas; se separó el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile; se disminuyó dramáticamente el aporte fiscal a las universidades, lo cual nos tiene hasta hoy entre los países de menor inversión pública; y comenzaron luego, a fundarse las nuevas universidades privadas, las que comienzan también a percibir recursos públicos.

Toda esta digresión es sólo para decir que los “soviets”, como llaman algunos a las universidades estatales, han sufrido una represión y unas restricciones históricas desde hace más de 30 años, y que, a pesar de ello, siguen mostrando mejores resultados que aquellas instituciones privadas, a las cuales se les ofreció gratuitamente un mercado donde desarrollar la ideología de la “educación-mercancía”.

La crítica contra las universidades estatales apunta a que ellas serían burocráticas, no toman riesgos, son ineficientes, presentan irregularidades, favorecen el surgimiento de nichos de poder, “autogeneran a sus autoridades” -creo que esta observación se dirige a la gestión democrática que muestran algunas de nuestras universidades estatales, lo cual es confundido con clientelismo-. A excepción de la última crítica, las demás me parece que no caracterizan a las universidades estatales… o al menos no en términos exclusivos. De hecho, se cita persistentemente a la UTEM como caso único que justificaría una “igualdad de trato”, el financiamiento vía concursos, un sistema único de créditos y becas, y la desaparición de BecasChile –como si estas fuesen los exclusivos ámbitos de discusión-.

Si las universidades estatales son “soviets”, la imagen de las universidades privadas podría ser la de “supermercados” –con adverbios o adjetivos variables: híper, vecino, mega, mini-. En Brasil se habla directamente de las universidades “malls”. Los críticos de las universidades estatales olvidan la desaparición forzosa de las universidades (¿?) Real y San Andrés, o los casos de “desórdenes” institucionales de la UNIACC, ARCIS, Santo Tomás y La República. La universidad privada en Chile es gestionada por juntas de accionistas y regida por el cortoplacista lucro, lo que ha significado que su aporte en investigación de punta sea escaso.

Probablemente cuando Gonzalo Rojas, no el poeta, plantea en El Mercurio que todas las universidades son públicas (porque se publicitan públicamente), está pensando en las páginas 65 y 66 del Informe de la Educación Superior en Chile (2009) de la OCDE, donde se “aconseja” a Chile lo siguiente: revisar la división tradicional entre universidades del CRUCH y otras universidades; aplicar los mismos criterios de préstamos sin importar en qué institución se matriculará el alumno; introducir formas blandas de regulación e incentivos para estimular a las instituciones autónomas a participar totalmente en el control de calidad; que el Ministerio deje de lado la lista oficial de las profesiones con títulos exclusivos universitarios, que son monopolio de las universidades. Este informe resulta de particular interés, ya que plantea genéricamente que Chile debería adaptar la formación universitaria –y terciaria en general- a las necesidades productivas del país. Pero ¿cuáles son estas necesidades?, la respuesta está en las páginas 20 y 21, donde se señala que nuestros productos son: cobre, salmón, fruta, vino y otros minerales, lo que es corroborado por el Presidente cuando señala que Chile debe convertirse en una potencia “agroalimentaria”.

La pregunta obvia es: ¿para qué queremos a las universidades?, si claramente carreras como filosofía, teatro o arquitectura nos parecen lejanas a la producción de manzanas. Desde esta óptica el partidario de la metáfora de los soviets tendría razón, esas formaciones son inútiles a nuestro modelo capitalista periférico.

No obstante, el proyecto universitario de Andrés Bello excede (o debiese exceder) la ceguera empirista. En este sentido no tenemos “un consenso técnico” –como algunos sostienen- ni político, las universidades estatales no están regidas (aún, o no masivamente) por la lógica de los empresarios de la educación que buscan indicadores de productividad o desempeño para el homus academicus. Chile se acostumbra peligrosamente al modo empresarial de conducción de la sociedad… el silencio, la lectura, la investigación, la memoria, la conversación, el ocio: ¡producen realidades!, y estas experiencias no se pueden medir estandarizadamente.

Las líneas de desarrollo de largo plazo de las universidades estatales están seriamente amenazadas en su autonomía al tener que vender su investigación a la empresa privada, dejando de lado el interés social del 90% de los chilenos/as que no trabaja en las grandes firmas. Este modelo de universidad que compite sólo favorece nuestra subordinación al conocimiento emergente del hemisferio norte.

El documento de la OCDE divorcia sus consejos de su diagnóstico. Prefiero las primeras 50 páginas del informe que hablan de la enorme desigualdad de Chile, que nos mantiene como el 9° país con mayor desigualdad en el mundo (OCDE, 2009), donde “La desigualdad es más visible y más difícil de cambiar en el corto plazo, porque los ciudadanos chilenos tradicionalmente han pagado los servicios básicos para el hogar mientras que en otros países de la OCDE son financiados con fondos públicos y están disponibles para todos” (OCDE, 2009: p. 21). Los chilenos pagan aranceles en la educación superior de un 30% del ingreso per cápita, tres veces más alto que en los Estados Unidos, Australia o Japón, mientras las becas cubren sólo entre el 63 y 70% del costo real de los aranceles.

Es éste el desafío de Chile. Aquí es donde necesitamos conocimientos autóctonos, producidos por grandes y fuertes universidades estatales. Nuestro proyecto de Estado sería entonces la generación de una alternativa de crecimiento humano sostenible desde dentro. Difícilmente la OCDE, el Banco Mundial, la Escuela de Chicago o la Escuela Austriaca de Economía nos darán la respuesta.

jueves, 1 de julio de 2010

¿Progresista? Yo no, gracias...

¿“Causas progre”?: algunos se opusieron tenazmente a que el gas venido desde Argentina pasara por el Cajón del Maipo; luego de conversas, hoy las cañerías pasan por el patio de sus casas.
¿Y qué “cresta” es el progresismo? ¿“Progre”? Es una palabra que viene de progreso, es avance, prosperidad, cultura; lo opuesto es barbarie.

Otros creen que es ser díscolo, piola, asertivo, creer que Chávez es atinado, pensar que Un Techo para Chile es una obra social, tomar agua mineral, adherir a la “causa” mapuche, atentar contra el Papa, que es un comodín, una llave maestra o una ganzúa. ¿O qué?

Sé que es una voz sociopolítica creada por el francés Augusto Comte en el siglo XIX. Augusto vivió enfermo toda su vida, pero esa salud prosperó cuando su mujer lo abandonó. Ése es un ejemplo de aplicación física de Comte.

Ser “progre” es algo con gusto a nada... y a todo. Es como light, pero los de derecha y de izquierda quieren serlo. Es como si les diera mirada de futuro.

Los veo como gente que adhiere a causas foráneas, como salvemos a las ballenas de joroba azul, que son cazadas por barcos con arpones teledirigidos. Exhiben lienzos y recolectan firmas, mientras a 50 cuadras los matarifes ultiman a miles de vacunos y los despellejan ¡vivos! Tampoco les interesa la vida de los pescadores artesanales que salen al mar, con su cáncer de piel a cuestas en busca de los desechos que dejan los barcos factorías extranjeros. ¿Y los pirquineros con arsénico en la sangre?

¿“Causas progre”?: algunos se opusieron tenazmente a que el gas venido desde Argentina pasara por el Cajón del Maipo; luego de conversas, hoy las cañerías pasan por el patio de sus casas. A la represa del Alto Bíobío, las hermanas pehuenches Nicolasa y Berta Quintremán se oponían con el alma y con sus vidas. Hoy ese tranque goza de cabal salud. Y así.

Cacho que el “progresismo” es sólo una postura insustancial, y que para mi gusto es un concepto de utilización política, acomodaticio y fracasado.

En 1962, Clotario Blest creó el Movimiento de Fuerzas Revolucionarias y los jóvenes pro castristas escindidos del Partido Radical inventaron el Movimiento Social Progresista y se le unieron. A éstos les dio por poner bombas a blancos norteamericanos, como la Ford, y querían volar la embajada gringa. Hoy son políticos de alcurnia.

Hacia 1968 dice la prensa: Partido Nacional recurre al matonaje para silenciar al sector joven progresista que apoyaba la reforma agraria. Se unieron a la paliza dirigentes del sector nazista.
Luego de estos numeritos, ¿hay alguno que quisiera ser tildado de “progre”?.

Yo no.