Sin duda, nuestro país y el mundo, ha vibrado con el espectacular rescate de los 33 mineros. La noticia, de suyo trascendente, debe hacernos reflexionar con mucha profundidad, para no caer en el liviano, sibilino y mediático análisis.
No escribiré sobre los aspectos emocionantes, humanos, fraternales, solidarios, etc, que este hecho ha provocado. Está de más: todos los medios informativos tanto de Chile, como del orbe, han abundado en ello, y con justa razón.
Y esto mismo, ha conllevado a que el tema esté abordándose en todos los ámbitos de la vida del mundo; pero especialmente en la de nuestro país; más aún en la propia región y lugar en que se produjo este accidente, hoy, feliz y prácticamente superado.
Al irrumpir airosos de situaciones como ésta, aparecen los que desean ser ungidos héroes, salvadores, todopoderosos, etc. Y somos nosotros mismos, los que, sin mayores esfuerzos y preámbulos, creamos las condiciones ideales para que así sea.
Entonces, enfrentados ante tan magnífica obra de la ingeniería moderna, nadie en especial, es dueño o héroe de su resultado. Aquí está el Hombre: esta especie que hace poco puebla la Tierra. Y en sus constantes evoluciones, va resolviendo sus dudas y necesidades.
Bueno: y a no desconocer, también, que estas mismas evoluciones han causado destrucción y daños irreparables al medio ambiente… (pero ése es otro tema).
Nadie en particular puede vanagloriarse por este maravilloso reencuentro con los 33 mineros que un día quedaron atrapados (no digamos: “en las profundidades de la tierra”, porque es exagerado, discursivo y demagógico). Pero sí, quedaron atrapados a muchos metros de la superficie, haciendo peligrar –qué duda cabe-, sus vidas.
Nadie es “autor e intérprete” en lides de esta magnitud. Absolutamente nadie. Tras de sí, son muchos los que ya muertos, estuvieron en esta tarea. Es cuestión de recordar a tanto científico que realizó espectaculares descubrimientos; hechos sin los cuales no habría sido posible este rescate. Ni los mismos ingenieros de la NASA pueden vanagloriarse: ellos son, sólo el resumen de los avances de nuestra humanidad.
Y si hay héroes, son esos hombres que quedaron atrapados; porque con su fortaleza, sacrificio y corazón, supieron soportar, esperar y organizarse para enfrentar el difícil trance en que el destino los puso.
Con todo, me quedo con la profundidad de una de las canciones de Violeta Parra, cuando en uno de sus versos da gracias a la vida diciendo: “cuando miro el fruto del cerebro humano”. Sí, amigos: el éxito de lo ocurrido en el norte, no tiene otro autor, que: el Cerebro Humano.
Los que pretendan atribuirse méritos, o aprovecharse de esta verdadera gesta humana, que culminará en algunas horas más, no se equivoquen; y quienes escuchemos o veamos sus aviesas pretensiones… tampoco.
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