La democracia de un país se manifiesta en demostraciones como la participación de la ciudadanía en la construcción de la misma. Lo ocurrido con el cambio de gabinete este fin de semana mostró cuán atrasados estamos en la democracia. Más aun: la designación de dos senadores sin la aprobación de la ciudadanía, por mera decisión de fuerzas políticas, son una verdadera bofetada a la democracia.
Los costos políticos que deben asumir los partidos apenas asumen un gobierno son muchos, pero no es razonable que estos costos deba pagarlos el país. O una parte de de éste, como la región de que eligió democráticamente a representantes que dejaron esa elección por una designación presidencial a un cargo, aun si una constitución arcaica y perdida en el tiempo permite que se designen a dedo a quienes, se supone, son representativos de la ciudadanía.
Los dos cupos que dejaron los hoy nombrados ministros Andrés Allamand y Evelyn Matthei serán ocupados por una designación de partidos. ¿Cuánto velaran estas personas que designen por las necesidades de quienes representaran en las zonas que fueron elegidos los salientes?
Debería abrirse el debate para que cada vez que senadores dejaran sus cargos por optar un cargo ministerial, esos cupos quedaran inhabilitados de ser asumidos por algún reemplazante designado.
Algún costo debería tener abandonar el cargo para el que fueron elegidos por el pueblo por un cargo ofrecido por un mandatario.
¿Es democrático que alguien llegue al congreso nacional por la designación a dedo de sectores políticos?
Extraña que pocos alcen la voz contra estas prácticas que, aunque establecidas en una constitución, no representan un país ni la decisión democrática de la ciudadanía. Esto nos vuelve a poner en agenda lo urgente de un cambio al tipo de democracia que se practica. Más aun, al tipo de constitución que tenemos.
La facilidad de dejar esto en manos de los partidos, sin ningún mea culpa o disculpa por parte de los ex Senadores y hoy Ministros Alamand y Matthei a sus electores, es casi una burla electoral y una falta de compromiso real quienes los eligieron para estar en el parlamento y trabajar desde ahí por ellos.
Estas señales demuestran lo lejos que se encuentran los políticos en la sintonía del país donde cada vez se aleja más la participación ciudadana y se golpea fuertemente la democracia en que vivimos, que ya casi es una retórica sin fondo ni verdad.
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