Hombre que hizo época
Un hombre que he respetado y admiro desde siempre aunque tengamos ideales y conceptos distintos de ver la vida, lo de la reforma agraria y temas con el cobre al Estado los apoyo completamente como seguidor de esas iniciativas, aunque no apoye la forma en que se hicieron algunas cosas de esos temas, valoro a este estadista de peso, no como su hijo que es "producto del marketing político" al igual que Bachelet y otros. Mi columna.
Frei emergió como líder desde que ingresó a la Universidad Católica. Con un reducido grupo de amigos descubrieron la inagotable vertiente de la Doctrina Social de la Iglesia y, para llevarla a la práctica, decidieron levantar una opción política inspirada en ella pero sin sentido clerical. Hasta entonces los políticos chilenos no se habían identificado con el pensamiento social cristiano, iniciado con la Encíclica Rerum Novarum en la que León XIII abogó por una respuesta humanista cristiana a los problemas de los trabajadores.
Los jóvenes estudiantes con el tiempo devinieron en el actual Partido Demócrata Cristiano, creando un espacio político "más allá de izquierdas y derechas", emplazado en el centro de la sociedad chilena, con anhelos renovadores inspirados en el mensaje cristiano. Por cierto que hubo otros hombres y mujeres que iniciaron la siembra, pero Frei fue el más destacado y conocido en el país y en el exterior, particularmente después de su brillante desempeño como ministro de Obras Públicas en el gobierno del Presidente Ríos.
Las obras están a la vista, incluso con sus carencias o fallas. Los resultados en educación, minería, industria, obras públicas, agricultura o relaciones internacionales así como las cifras económicas, enfrentan exitosamente cualquier examen objetivo.
Encabezó entonces una oposición racional, que se planteaba decididamente crítica al gobierno de la época, pero siempre abierta al diálogo que, lamentablemente, no fructificó.
El colapso institucional, del cual dijo "nadie puede proclamarse inocente", lo llevó a concentrar esfuerzos por la recuperación democrática, imbuido de una "profunda esperanza", recurriendo a la vía pacífica y contrario a toda violencia. Buscó integrar en el esfuerzo a "hombres y mujeres pertenecientes a las más diversas filosofías, credos religiosos y linajes que quieran cooperar con el bien común, con tal que coincidan con los dogmas fundamentales de una sociedad de hombres libres", pues siempre creyó en la convergencia entre los humanistas cristianos y laicos, sin perjuicio de sus diferencias no sustanciales.
Tuvo razón Cristián Gazmuri al señalar en la biografía de que es autor que la figura de don Eduardo Frei Montalva para el historiador se alza como un hombre que hizo época. Corresponde ese juicio respecto de quien ejemplarmente consagró su vida al "arte tan difícil y tan noble que es la política", según palabras del Concilio Vaticano II.
Un hombre que he respetado y admiro desde siempre aunque tengamos ideales y conceptos distintos de ver la vida, lo de la reforma agraria y temas con el cobre al Estado los apoyo completamente como seguidor de esas iniciativas, aunque no apoye la forma en que se hicieron algunas cosas de esos temas, valoro a este estadista de peso, no como su hijo que es "producto del marketing político" al igual que Bachelet y otros. Mi columna.
Se cumplen dos fechas emblemáticas en la existencia de don Eduardo Frei Montalva: 100 años de su nacimiento y 29 de su fallecimiento. Durante ese lapso fue abogado y periodista, destacado político, parlamentario, autor de numerosas obras y artículos de prensa y en el plano personal un cristiano practicante y patriarca de una familia a la cual amó como amó sus ideas y su patria.
Frei emergió como líder desde que ingresó a la Universidad Católica. Con un reducido grupo de amigos descubrieron la inagotable vertiente de la Doctrina Social de la Iglesia y, para llevarla a la práctica, decidieron levantar una opción política inspirada en ella pero sin sentido clerical. Hasta entonces los políticos chilenos no se habían identificado con el pensamiento social cristiano, iniciado con la Encíclica Rerum Novarum en la que León XIII abogó por una respuesta humanista cristiana a los problemas de los trabajadores.
Frei y sus amigos, organizados como Falange Nacional al interior del tronco conservador, fueron la primera expresión católica con sentido político que se midió con las proposiciones laicas o francamente revolucionarias.
Los jóvenes estudiantes con el tiempo devinieron en el actual Partido Demócrata Cristiano, creando un espacio político "más allá de izquierdas y derechas", emplazado en el centro de la sociedad chilena, con anhelos renovadores inspirados en el mensaje cristiano. Por cierto que hubo otros hombres y mujeres que iniciaron la siembra, pero Frei fue el más destacado y conocido en el país y en el exterior, particularmente después de su brillante desempeño como ministro de Obras Públicas en el gobierno del Presidente Ríos.
Este hombre fogueado, carismático, honesto y consecuente fue elegido Presidente de Chile y condujo los destinos del país entre 1964 y 1970, llevando a cabo un proceso transformador, equilibrado y profundo, verificado con pleno respeto del Estado de Derecho. Fue el gobierno de un estadista que realizó una "revolución en libertad", definida por él como "un camino para transformar las estructuras económicas y sociales con pleno respeto al sistema democrático, un método político nuevo frente a las viejas estrategias liberales o totalitarias".
Las obras están a la vista, incluso con sus carencias o fallas. Los resultados en educación, minería, industria, obras públicas, agricultura o relaciones internacionales así como las cifras económicas, enfrentan exitosamente cualquier examen objetivo.
Con todo, ninguna acción caló más en el corazón de Chile como la de haber otorgado dignidad a los trabajadores, a los campesinos, a los pobladores, a las mujeres. Muchos de ellos por primera vez fueron tratados como seres humanos y protagonistas de una historia que les pertenecía y a la que sólo miraban pasar.
Concluido su mandato, Frei quiso dedicarse a su íntima vocación: escribir, leer, pronunciar conferencias. El implacable combate ideologizado que entonces dividía a Chile lo llevó a retornar a la política activa, siendo elegido senador por Santiago y presidente de esa corporación.
Concluido su mandato, Frei quiso dedicarse a su íntima vocación: escribir, leer, pronunciar conferencias. El implacable combate ideologizado que entonces dividía a Chile lo llevó a retornar a la política activa, siendo elegido senador por Santiago y presidente de esa corporación.
Encabezó entonces una oposición racional, que se planteaba decididamente crítica al gobierno de la época, pero siempre abierta al diálogo que, lamentablemente, no fructificó.
El colapso institucional, del cual dijo "nadie puede proclamarse inocente", lo llevó a concentrar esfuerzos por la recuperación democrática, imbuido de una "profunda esperanza", recurriendo a la vía pacífica y contrario a toda violencia. Buscó integrar en el esfuerzo a "hombres y mujeres pertenecientes a las más diversas filosofías, credos religiosos y linajes que quieran cooperar con el bien común, con tal que coincidan con los dogmas fundamentales de una sociedad de hombres libres", pues siempre creyó en la convergencia entre los humanistas cristianos y laicos, sin perjuicio de sus diferencias no sustanciales.
Porque creía en el pluralismo de las ideas y confiaba en las suyas no tuvo inconveniente en cotejarlas lealmente con las ajenas.
Tuvo razón Cristián Gazmuri al señalar en la biografía de que es autor que la figura de don Eduardo Frei Montalva para el historiador se alza como un hombre que hizo época. Corresponde ese juicio respecto de quien ejemplarmente consagró su vida al "arte tan difícil y tan noble que es la política", según palabras del Concilio Vaticano II.
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