Superar la miseria, el analfebitismo, la pobreza, son factores fundamentales dentro del programa de gobierno de la presidenta Rousseff.
El 1 de Enero asumió como Presidenta de Brasil Dilma Rousseff, la primera mujer en investirse como Mandataria de uno de los países líderes de America Latina. Asume además con altas expectativas acerca de su gobierno. Una encuesta publicada por el diario Folha de Sao Paulo, señala que un 83% de los encuestados cree que el gobierno de “Dilma”, como se refieren a la Presidenta los brasileños, será igual o mejor que el de su predecesor, el Presidente Luis Inacio Lula da Silva, quien deja el gobierno con un 87% de aprobación.
Sin duda Dilma recibe el país en mejores condiciones de las que tuvo Lula el 2002. Entre los principales logros del Presidente Lula se encuentran la estabilidad política y económica que ha permitido que Brasil se encuentre entre las economías emergentes y con un destacado posicionamiento a nivel internacional. Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos que hizo el Presidente Lula por una mejor distribución de los ingresos, por superar la miseria y la pobreza, por mejorar las instituciones políticas, Dilma aún tiene importantes desafíos que enfrentar.
Para que Brasil consolide su posición a nivel internacional, requiere de instituciones políticas más sólidas, y de un desarrollo económico y social que supere las desigualdades que han caracterizado al país. En términos políticos, el principal desafío de Dilma, será superar la posible sombra del presidente Lula, quien fuera su principal apoyo durante la campaña presidencial. Ella deberá darle su marca personal al gobierno.
Temas recurrentes que se presentan como retos a la gobernabilidad democrática en América Latina, como son la violencia y la corrupción, no están ausentes en los desafíos que deberá enfrentar Dilma. Dentro de las propuestas de su campaña están el fortalecimiento del sistema de seguridad y defensa, generando las herramientas pertinentes para erradicar la violencia asociada al crimen organizado, narcotráfico y la tan publicitada violencia social de las favelas en las principales urbes del país. La Presidenta ha puesto además un especial énfasis en el respeto de los derechos humanos, que sin duda constituyen uno de los principales principios que ha defendido en su historia pública y política. Así también, el desarrollo de políticas de defensa acordes a los desafíos internacionales que se ha propuesto Brasil. Por otro lado, el fortalecimiento del Estado de Derecho implica el control de la corrupción que se ha dado en distintos niveles del gobierno, y sobre lo cual Dilma deberá ser certera y firme.
Junto con la estabilidad política, es fundamental avanzar en políticas de educación y salud, que permitan acortar la brecha entre quienes tienen mayores oportunidades y los más vulnerables, para consolidar un sistema de políticas públicas acorde al nivel de desarrollo del país. Superar la miseria, el analfabetismo, la pobreza, son factores fundamentales dentro del programa de gobierno de la presidenta Rousseff. Ha propuesto importantes reformas para mejorar éste ámbito, lo que se considera estructural para la seguridad política y económica que el país requiere.
Junto con esto, avanzar en el desarrollo de la ciencia y tecnología, políticas de vivienda que disminuyan el déficit existente, el desarrollo urbano, del transporte y la infraestructura; así como la diversificación de la matriz energética, y el cuidado del medio ambiente. Los temas del petróleo y la defensa de la Amazonía son críticos en las ventajas estratégicas del posicionamiento internacional de Brasil.
Sin duda los desafíos son amplios y diversos. El que los brasileños hayan depositado sus esperanzas en Dilma para liderar este proceso no son menores. Los éxitos del presidente Lula da Silva permitieron abrir el camino a nuevos liderazgos políticos, provenientes de sectores de izquierda y centro-izquierda, del mundo de los trabajadores, de las mujeres. El gran apoyo que recibe al dejar su mandato, y la confianza en Dilma representan la esperanza de los brasileños, de manera transversal, de que es posible construir un país estable, con liderazgo internacional, sin miserias ni desigualdades. Por el liderazgo que Brasil ha alcanzado en América Latina, la influencia que pueda tener en el futuro su modelo de desarrollo es digna de observar.
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