En una fría, nublada y melancólica mañana, un 11 de septiembre pero hace más de 30 años, un hombre acudió a su trabajo, aquel día además de dar clases iba a cantar en un acto para el presidente de la república. Nada de eso ocurrió, tras el bombardeo a La Moneda y la muerte de Salvador Allende, junto a unos 600 estudiantes y profesores, se amotinó en la Universidad Técnica del Estado (UTE, actual USACH). Horas después son desalojados a la fuerza y tomados prisioneros. Días más tarde un subteniente jugará a la ruleta rusa con él y le descerrajará un tiro en su cabeza. Su cuerpo será encontrado junto a decenas de otros muertos frente al Servicio Medico Legal. Acribillado con 44 impactos de balas y con sus muñecas quebradas, se dará inició a una leyenda de la música nacional, su nombre es; Víctor Jara.
Los asesinos de Víctor Jara, que aún no se encuentran todos procesados, seguramente nunca imaginaron que al matar al cantautor. Su voz, su historia y su legado se harían más fuertes. Se convertiría en el más fuerte referente de la nueva canción chilena y su nombre y sus canciones serían reconocidos por todo el mundo. Hoy miles de chilenos lo consideran como el personaje más importante de la cultura popular del país.
La nueva canción
Al Finalizar la década de los 60's, nace en Chile el movimiento de “La Nueva Canción Chilena”, que paradójicamente surge entre la muerte de Violeta Parra (considerada Madre del movimiento) y la aparición de jóvenes componentes de la música latinoamericana, como Inti-Illimani, Quilapayún, Isabel y Ángel Parra… acompañados de cantautores como Patricio Manns, Rolando Alarcón y el mismo Víctor.
La característica principal de “La Nueva Canción Chilena” no era sólo usar charangos, quenas y cuatro venezolano por cuestión de moda en esos tiempos, sino de cantarle a la contingencia y a la injusticia social que se vivía en varios países de Latinoamérica, Chile vivía momentos álgidos y de gran riqueza cultural con la Unidad Popular, todos los artistas del movimiento estaban comprometidos con el Presidente Salvador Allende y dispuestos a apoyarlo en su tarea de transformar Chile. Víctor no podía estar ausente, porque junto con su compromiso social estaba el político: el era y murió siendo miembro del Comité Central de las Juventudes Comunistas de Chile.
Su legado
Las creaciones de Víctor han sido interpretadas por varios cantantes y grupos nacionales y extranjeros como por ejemplo Los Bunkers, Francesca Ancarola, Los Miserables, Weichafe, Pedro Aznar, Ska-P, Attaque 77 e Ismael Serrano, entre otros. Composiciones como; El cigarrito, El aparecido, Luchín o Te recuerdo Amanda, se tatuarán para siempre en la historia de la música chilena y hoy son la inspiración de la mayoría aquellos futuros “rock star chilensis", algunos de ellos ya han consolidado sus nombres dentro del actual panorama musical del país, y su escuela la representan artistas como: Manuel García y Camila Moreno.
La universalidad de Víctor Jara y de la Nueva Canción Chilena es algo innegable, y este último intenta reaparecer a través de las nuevas generaciones de músicos que con mucho esfuerzo luchan porque el legado de Víctor siga vigente en el ambiente socio-cultural, que violentamente se ve carcomido por lo desechable de la farándula y la música que hoy en día vende. Lo anterior solo actúa como distractor para los jóvenes que no se dan cuenta o no les importa lo que pasa a su alrededor y por ende la sensibilidad se olvida o se considera del pasado.
Nuestro deber (los que admiramos a Víctor y su obra) es hacer que cada día más niños y jóvenes se enteren de que nuestro país tuvo la suerte de acunar a uno de los más grandes artistas a nivel mundial, que con su humildad, sensibilidad y sabiduría nos da una lección de vida y de compromiso con su pueblo, ingredientes claves para ser un artista de esencia y no de técnicas y marketing.
“Yo no canto por cantar ni por tener buena voz, canto porque la guitarra tiene sentido y razón”, “Que el canto tiene sentido, cuando palpita en las venas del que morirá cantando”, “El Manifiesto” (fragmento), Víctor Jara.
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