martes, 22 de junio de 2010

Bachelet 1 Piñera 1. La Roja celebra

El mundial de fútbol nos da una buena prueba de cómo la comunicación política, sus estrategias y tácticas, siguen desarrollándose aunque estemos fuera de período electoral. Vemos como el gobierno se despliega entendiendo la oportunidad, mientras que la oposición, desorientada ante el avance del adversario, no sabe como aprovechar este tipo de espacios mediáticos.

El gobierno, desde la campaña y hoy en su gestión, responde en buena medida a las lógicas del marketing y las técnicas de comunicación política. De ahí que desde La Moneda se haya diseñado consecuentemente un despliegue en el territorio del espacio público medial de muchas de sus principales figuras.

Piñera, Lavín y Kast en la delantera, ocupan el espacio del terremoto y duermen en una mediagua. En el medio campo, Von Baer, Parot, Schmidt y Golborne, distribuyen el juego desde la Vega Central. La defensa está desplegada en el entorno espacial, particularmente simbólico, de La Moneda, donde se dispone para los santiaguinos de una pantalla gigante.

El objetivo en cada uno de estos emplazamientos es claro. Acercar la gestión del gobierno a la gente con la excusa del mundial. Así, la operación de unión simbólica acerca y trata de "pegar" distintos símbolos: terremoto, mundo popular con victoria futbolística.

En definitiva, es un mensaje unitivo que está en consonancia con los objetivos políticos de gobierno, que no son otros que facilitar su gestión en estos años y preparar el terreno para lo que vendrá después. Es un trabajo que deberá ser permanente si quiere dar resultados tal como la estrategia de las clasificatorias sólo puede tener buenos efectos si se aplicó sistemáticamente y en largos plazos.

Al otro lado, la oposición se muestra sin dirección. No aprovechó eficientemente la oportunidad. Ninguna oposición, ni la concertacionista ni la extra concertacionista. No queda claro su despliegue territorial. Esto puede ser por menospreciar la oportunidad o simplemente por no saber hacerlo, es decir, como se diría en otro ámbito, es no saber manejar la pelota.

Todo eso, a pesar de recibir, como en esta ocasión, algo parecido a un "pase gol", como fue la invitación de Mayne Nichols a la ex presidenta Bachelet. Allá, ella no sólo logra posicionarse efectivamente en el espacio público medial con su sólo viaje logrando una vitrina privilegiada que le gustaría tener a cualquiera de sus adversarios. También da una conferencia de prensa, se viste de rojo, está presente, virtual y nuevamente en la Moneda a través de la pantalla gigante de la plaza de la Constitución.

Lo de Bachelet es un gol de tiro libre producto de una habilitación casi sin querer que le dio la ANFP. Aunque el gobierno reclame fuera de juego, su posicionamiento irá quedando marcado en la mente de los futboleros de la roja, como próxima a los jugadores, a sus triunfos y derrotas, a sus alegrías y tristezas, tal como si fuera una metáfora de la sociedad chilena, con terremotos y mediáticas solidaridades. Además, claro, de esas vistosas jugadas, que entre mentira y verdad, entre mito y realidad, se expresan en el coqueteo y la distancia, de los dos principales protagonistas de una teleserie que inspira a miles de erotizadas mentes chilenas como es la dupla Bielsa y Bachelet.

En todo este sentido, Bachelet logra avanzar mucho en este territorio del espacio público político y sus lógicas simbólicas, que lo que la desorientada oposición podría aspirar con testimoniales pichangas en las cafeterías del Congreso. Una acción bacheletista que alcanza a estar a la altura del despliegue concertado del gobierno en Dichato y la Vega Central.

No es fútbol, es política, la que para lograr su último objetivo, la gestión del gobierno, debe contar con sus propios intermediarios, el gol en la cancha medial, que no es otro que la aceptación y el apoyo del ciudadano.

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