jueves, 17 de febrero de 2011

Decisión en caso Van Rysselberghe

Decisión en caso Van Rysselberghe

En contra del pronóstico de la calle, reflejado en las encuestas, el Gobierno decidió respaldar y confirmar en su cargo a la intendenta Jacqueline van Rysselberghe. La máxima autoridad del Biobío había dicho, en una reunión con vecinos, que "inventó una historia" para gestionar beneficios habitacionales para pobladores que no cumplían los requisitos para ser destinatarios de ayudas vinculadas al terremoto.

Los alegatos referidos a que la grabación del audio e imágenes de la intendenta en la reunión con los pobladores de villa Aurora de Chile -difundida por el senador Alejandro Navarro- se obtuvo de manera subrepticia no parecen atendibles. Un encuentro de esa naturaleza -entre la máxima autoridad regional y representante del Presidente y una numerosa concurrencia de vecinos y sus dirigentes- es esencialmente público.

Pese a las presiones de ambos partidos de la Alianza -con numerosas voces de RN que pedían la salida de la intendenta y la UDI recriminando al Ejecutivo su falta de apoyo a Van Rysselberghe-, La Moneda mantuvo su planificación original de despejar la existencia de cualquier irregularidad administrativa y penal antes de hacer valer las consideraciones políticas y resolver su permanencia o remoción.

Una resolución más ágil habría ayudado a reducir las posibilidades de fricción dentro y fuera del oficialismo.

Mal que mal, el episodio mostró la fragilidad del espíritu asociativo entre los partidos de la Alianza, aunque esto se puede haber visto exacerbado por tratarse de Van Rysselberghe, cuyo estilo de conducción ha resentido las relaciones entre ambas colectividades a nivel regional, especialmente en Concepción.

Entre tanto, el Ejecutivo debió lidiar con la molestia e indignación de la ministra de Vivienda y Urbanismo, Magdalena Matte, por la manera en que la intendenta involucró a esa cartera en la polémica que la afectaba, y con el análisis de las encuestas, que en todo este conflicto han sido severas con esa autoridad regional, la UDI y el Gobierno.

El Mandatario sólo interrumpió su hoja de ruta para anticipar que las expresiones de Van Rysselberghe le parecían muy desafortunadas, pero animadas por una buena causa, en favor de pobladores de alta vulnerabilidad.

Ubicado en el ámbito de la responsabilidad política -tras quedar aclarado a juicio del Ejecutivo que no existían irregularidades-, no había soluciones fáciles. Luego de sopesar los aspectos en juego -incluida la factibilidad de que prospere la amenaza de acusación constitucional hecha por la oposición-, el Presidente dio curso a su convicción más personal: que no había mérito suficiente para remover a Van Rysselberghe. Esta decisión, además de costosa, es impopular, pero en el Mandatario hizo fuerza su trayectoria como alcaldesa, su posible proyección senatorial y muy especialmente su bien evaluado desempeño en las tareas de reconstrucción.

El transcurso del tiempo puede ser un aliado del Gobierno si no fructifica la acusación constitucional. Hasta aquí, todo indica que Van Rysselberghe efectivamente no le mintió a "ninguna autoridad ni falseo ningún documento" -como señala su última declaración pública-, pero su afán de protagonismo la llevó a "inventar una historia" a su audiencia respecto de su propio papel en la solución del problema habitacional de los pobladores de la villa Aurora de Chile y del verdadero estado de avance en que se encuentra esa gestión. Esa responsabilidad cívica es la que deberá enfrentar hoy de cara a los habitantes de la región y mañana frente a esos electores, si se concretan sus aspiraciones senatoriales.

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