Populistas por necesidad, neoliberales por oportunidad
Hay buenas razones para temer posibles efectos negativos para el Perú en caso de una victoria de Ollanta Humala. Pero parece improbable que, de ganar, Humala decida cambiar la hoja de ruta por la que exitosamente ha transitado el Perú desde el fin de la era de Alberto Fujimori. De todas las preocupaciones que existen sobre Humala, una de las menos probables de verse materializada es la que sugiere que el ex militar llevará a su país por el sendero del chavismo, revirtiendo las políticas económicas que han producido tanto crecimiento en ese país en la última década.
Los candidatos de izquierda se comportan de forma muy distinta cuando ganan elecciones en un contexto de crisis económica y social que cuando llegan al poder en un ambiente de sólido crecimiento económico y avances en la lucha contra la pobreza. Cuando ganan en un país en crisis, inevitablemente adoptan reformas radicales. Ese fue el caso de Hugo Chávez en Venezuela y, en menor medida, ha sido el caso también de Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador e incluso Néstor Kirchner en Argentina. Pero cuando los candidatos de izquierda llegan al poder en un país que va por buen camino, sus políticas son siempre más continuistas que reformistas.
Los presidentes Lula en Brasil, Lagos y Bachelet en Chile e incluso Tabaré Vázquez en Uruguay son ejemplo de líderes de izquierda que, al llegar al poder, decidieron aprovechar el impulso de crecimiento económico para poder financiar sus programas sociales en vez de abocarse a hacer reformas que pusieran en riesgo el desarrollo económico que venía experimentando el país.
Hay buenas razones para temer posibles efectos negativos para el Perú en caso de una victoria de Ollanta Humala. Pero parece improbable que, de ganar, Humala decida cambiar la hoja de ruta por la que exitosamente ha transitado el Perú desde el fin de la era de Alberto Fujimori. De todas las preocupaciones que existen sobre Humala, una de las menos probables de verse materializada es la que sugiere que el ex militar llevará a su país por el sendero del chavismo, revirtiendo las políticas económicas que han producido tanto crecimiento en ese país en la última década.
Los candidatos de izquierda se comportan de forma muy distinta cuando ganan elecciones en un contexto de crisis económica y social que cuando llegan al poder en un ambiente de sólido crecimiento económico y avances en la lucha contra la pobreza. Cuando ganan en un país en crisis, inevitablemente adoptan reformas radicales. Ese fue el caso de Hugo Chávez en Venezuela y, en menor medida, ha sido el caso también de Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador e incluso Néstor Kirchner en Argentina. Pero cuando los candidatos de izquierda llegan al poder en un país que va por buen camino, sus políticas son siempre más continuistas que reformistas.
Los presidentes Lula en Brasil, Lagos y Bachelet en Chile e incluso Tabaré Vázquez en Uruguay son ejemplo de líderes de izquierda que, al llegar al poder, decidieron aprovechar el impulso de crecimiento económico para poder financiar sus programas sociales en vez de abocarse a hacer reformas que pusieran en riesgo el desarrollo económico que venía experimentando el país.
Independientemente de sus preferencias ideológicas, Ollanta Humala no debería comportarse de forma distinta. Porque necesita mostrar resultados en su lucha contra la pobreza, de ganar la presidencia, el líder nacionalista cederá a la tentación de mantener el statu quo y abocarse a distribuir un poco mejor los beneficios del desarrollo.
Es verdad que Humala ha moderado su discurso menos de lo que tranquilizaría a muchos. Es más, muchas de sus improvisadas declaraciones todavía alimentan sospechas sobre lo que realmente piensa. Aunque intente acercarse a Lula, sus dichos a menudo lo muestran como un nacionalista acérrimo, con inclinaciones militaristas y autoritarias y con visiones económicas retrógradas e inconducentes al desarrollo económico sostenible y amigable con el mercado. Pero los que quieren ver una conversación ideológica de Humala a una economía social de mercado equivocan sus aspiraciones. Humala sólo necesita demostrar una aceptación pragmática de un modelo que ha ayudado al Perú a crecer a tasas especialmente altas en los últimos 10 años.
El líder nacionalista ha enfatizado su interés en distribuir mejor los frutos de la riqueza, en combatir la corrupción (problema endémico en la frágil institucionalidad peruana) y en el desarrollo de infraestructura (donde comparte intereses con los sectores empresariales).
También ha prometido programas sociales de transferencia a los más pobres, especialmente su proyecto de pensiones universales y de reforma educacional.
Es cierto que su programa de campaña dice cosas distintas a las que ha dicho Humala como candidato. Pero en el Perú, la historia nos enseña—desde Fujimori—que no hay que mirar el programa de campaña para tratar de anticipar lo que harán los candidatos en caso de resultar electos. Mejor aún para Humala, el programa de campaña de Fujimori es tan ambiguo, que de no llevar el nombre de Keiko Fujimori, podría ser perfectamente compatible con lo que promete cualquier líder populista de la región.
El 5 de junio no se realiza un referéndum sobre Ollanta Humala. A estas alturas resulta incontrovertible que los peruanos se merecían mejores candidatos para la segunda vuelta. Pero hoy por hoy, los peruanos deben escoger entre Humala y la congresista Keiko Fujimori. Así como Humala produce dudas, abundan aprensiones sobre una victoria de la hija del ex hombre fuerte del Perú.
Es verdad que Humala ha moderado su discurso menos de lo que tranquilizaría a muchos. Es más, muchas de sus improvisadas declaraciones todavía alimentan sospechas sobre lo que realmente piensa. Aunque intente acercarse a Lula, sus dichos a menudo lo muestran como un nacionalista acérrimo, con inclinaciones militaristas y autoritarias y con visiones económicas retrógradas e inconducentes al desarrollo económico sostenible y amigable con el mercado. Pero los que quieren ver una conversación ideológica de Humala a una economía social de mercado equivocan sus aspiraciones. Humala sólo necesita demostrar una aceptación pragmática de un modelo que ha ayudado al Perú a crecer a tasas especialmente altas en los últimos 10 años.
El líder nacionalista ha enfatizado su interés en distribuir mejor los frutos de la riqueza, en combatir la corrupción (problema endémico en la frágil institucionalidad peruana) y en el desarrollo de infraestructura (donde comparte intereses con los sectores empresariales).
También ha prometido programas sociales de transferencia a los más pobres, especialmente su proyecto de pensiones universales y de reforma educacional.
Es cierto que su programa de campaña dice cosas distintas a las que ha dicho Humala como candidato. Pero en el Perú, la historia nos enseña—desde Fujimori—que no hay que mirar el programa de campaña para tratar de anticipar lo que harán los candidatos en caso de resultar electos. Mejor aún para Humala, el programa de campaña de Fujimori es tan ambiguo, que de no llevar el nombre de Keiko Fujimori, podría ser perfectamente compatible con lo que promete cualquier líder populista de la región.
El 5 de junio no se realiza un referéndum sobre Ollanta Humala. A estas alturas resulta incontrovertible que los peruanos se merecían mejores candidatos para la segunda vuelta. Pero hoy por hoy, los peruanos deben escoger entre Humala y la congresista Keiko Fujimori. Así como Humala produce dudas, abundan aprensiones sobre una victoria de la hija del ex hombre fuerte del Perú.
Si a Humala se le asocia con la amenaza chavista, a Fujimori parecen rodearla los fantasmas del fujimorismo, con su irrespeto por el estado de derecho, sus inclinaciones a favorecer la corrupción y el tráfico de influencias y ese dote de populismo autoritario que caracterizó el decenio fujimorista.
Algunos sectores empresariales peruanos parecen menos temerosos de la corrupción asociada al fujimorismo que del militarismo populista de Humala. Pero eso más bien da señales sobre por qué ha resultado tan difícil combatir la corrupción en la clase política peruana. Cuando la sociedad civil parece poco interesada en inducir más probidad, difícilmente disminuirá la corrupción en la elite política.
Pero así como Humala no es Chávez, Keiko tampoco es su padre. Es verdad que puede resultar más fácil que Humala se aleje de Chávez a que Keiko se aleje del legado de su padre. De ahí que muchos reconocidos defensores de la democracia peruana parecen inclinados a apoyar a Humala. Pero así como Humala tiene incentivos para mantener al país por el sendero de la economía social de mercado, Fujimori también cometería un gigantesco error al tratar de reproducir la lógica y cultura de gobierno que existió en el Perú durante los 90.
El hecho de que el Perú haya avanzado por el sendero del desarrollo económico sostenido, con mejoras sustanciales—aunque claramente insuficientes—en combatir la pobreza y en ampliar la estructura de oportunidades parece ser la mejor garantía de que, gane quien gane, el país mantendrá en el próximo quinquenio la misma hoja de ruta que ha producido el crecimiento de esta última década. Por más simpatías que pudiera tener con la revolución bolivariana o por mas nostálgico que sea del fujimorismo, el próximo presidente del Perú pensará primero en cómo lograr un alto apoyo en su primer año de gobierno, para atraer apoyos en el Congreso y lograr avanzar algunas reformas necesarias.
La única conclusión posible será que, independientemente de si es Ollanta o Fujimori, mantener el modelo actual, realizando ajustes que permitan avanzar más rápido contra la pobreza, es la mejor estrategia para cementar el éxito del quinquenio. Porque ni el izquierdismo nacionalista ni el derechismo populista tienen tendencias autodestructivas, el Perú se mantendrá en el mismo sendero de desarrollo, independientemente de quién gane la próxima elección.
1. DESPIERTA LATINOAMÉRICA Y DESENMASCARA A TUS VERDADEROS INVASORES.
La disuasión del Establishment Mundial o la mafia que rige las altas esferas de la derecha e izquierda (Mafia X), es tan persuasiva, que nunca deja dudas o lugar para titubeos, para aquellos que le obedecen. Actualmente esto se demuestra, en la fecha de la “toma de posesión de Hollanta Humala”, en la presidencia del Perú, que sería el próximo 28 de julio; ese mismo día, es el cumpleaños del presidente de Venezuela; y el regalo que le tiene preparado el Establishment Mundial o la Mafia X, es al Perú mismo. Les invito a leer la 2ª Carta a Venezuela en http://www.lucasblancoacosta.com/
2. josejulian dijo:
13 mayo 2011 a las 15:20
Lucas : Está Ud en lo cierto. No conozco al Perú , no he seguido el curso político de su historia reciente pero si conozco a esa ralea de populistas que acaban abriendo mano de las posibilidades económocas del país supuestamente para beneficiar a los más pobres y perpetuarse . Es mejor un malo conoccido que un bueno por conocer …. Mienten hasta alcanzar el trono y de ahí con miserias , como la bolsa de familia brasilera , compran el voto popular. El proximo paso reformas de las constituciones , cosas que se convierten en un relajo ya que al poco tiempo la modificada constitución se les va quedando corta para sus ambiciones …. Acabamos de ver esto en Ecuador.
Algunos sectores empresariales peruanos parecen menos temerosos de la corrupción asociada al fujimorismo que del militarismo populista de Humala. Pero eso más bien da señales sobre por qué ha resultado tan difícil combatir la corrupción en la clase política peruana. Cuando la sociedad civil parece poco interesada en inducir más probidad, difícilmente disminuirá la corrupción en la elite política.
Pero así como Humala no es Chávez, Keiko tampoco es su padre. Es verdad que puede resultar más fácil que Humala se aleje de Chávez a que Keiko se aleje del legado de su padre. De ahí que muchos reconocidos defensores de la democracia peruana parecen inclinados a apoyar a Humala. Pero así como Humala tiene incentivos para mantener al país por el sendero de la economía social de mercado, Fujimori también cometería un gigantesco error al tratar de reproducir la lógica y cultura de gobierno que existió en el Perú durante los 90.
El hecho de que el Perú haya avanzado por el sendero del desarrollo económico sostenido, con mejoras sustanciales—aunque claramente insuficientes—en combatir la pobreza y en ampliar la estructura de oportunidades parece ser la mejor garantía de que, gane quien gane, el país mantendrá en el próximo quinquenio la misma hoja de ruta que ha producido el crecimiento de esta última década. Por más simpatías que pudiera tener con la revolución bolivariana o por mas nostálgico que sea del fujimorismo, el próximo presidente del Perú pensará primero en cómo lograr un alto apoyo en su primer año de gobierno, para atraer apoyos en el Congreso y lograr avanzar algunas reformas necesarias.
La única conclusión posible será que, independientemente de si es Ollanta o Fujimori, mantener el modelo actual, realizando ajustes que permitan avanzar más rápido contra la pobreza, es la mejor estrategia para cementar el éxito del quinquenio. Porque ni el izquierdismo nacionalista ni el derechismo populista tienen tendencias autodestructivas, el Perú se mantendrá en el mismo sendero de desarrollo, independientemente de quién gane la próxima elección.
1. DESPIERTA LATINOAMÉRICA Y DESENMASCARA A TUS VERDADEROS INVASORES.
La disuasión del Establishment Mundial o la mafia que rige las altas esferas de la derecha e izquierda (Mafia X), es tan persuasiva, que nunca deja dudas o lugar para titubeos, para aquellos que le obedecen. Actualmente esto se demuestra, en la fecha de la “toma de posesión de Hollanta Humala”, en la presidencia del Perú, que sería el próximo 28 de julio; ese mismo día, es el cumpleaños del presidente de Venezuela; y el regalo que le tiene preparado el Establishment Mundial o la Mafia X, es al Perú mismo. Les invito a leer la 2ª Carta a Venezuela en http://www.lucasblancoacosta.com/
2. josejulian dijo:
13 mayo 2011 a las 15:20
Lucas : Está Ud en lo cierto. No conozco al Perú , no he seguido el curso político de su historia reciente pero si conozco a esa ralea de populistas que acaban abriendo mano de las posibilidades económocas del país supuestamente para beneficiar a los más pobres y perpetuarse . Es mejor un malo conoccido que un bueno por conocer …. Mienten hasta alcanzar el trono y de ahí con miserias , como la bolsa de familia brasilera , compran el voto popular. El proximo paso reformas de las constituciones , cosas que se convierten en un relajo ya que al poco tiempo la modificada constitución se les va quedando corta para sus ambiciones …. Acabamos de ver esto en Ecuador.
No me explico como un personaje como Vargas Llosas es capaz de apoyar a este Sr a todas luces una mala replica del venezolano. En cuanto al articulista debía adentrarse un poco más en lo que ha sucedido en El Brasil para informarse mejor y no pasar falsos resultados……
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