martes, 24 de abril de 2012

Se definirá todo en segunda vuelta en Francia

Se definirá todo en segunda vuelta en Francia

El resultado del domingo en las elecciones presidenciales francesas torna difícil hacer un pronóstico sobre quién ganará el balotaje del 6 de mayo. El estrecho margen de ventaja -poco más de un punto- que François Hollande obtuvo sobre el Presidente Sarkozy deja abierta la opción de que cualquiera de los dos pueda ganar si hace una campaña eficaz e inclusiva. En sus mensajes del domingo en la noche, ambos candidatos apelaron a la unidad de sus sectores en su sentido amplio.



La irrupción de Marine Le Pen, con la más alta votación que haya obtenido el Frente Nacional en una primera vuelta, la deja en inmejorable posición política, de la que buscará sacar provecho. Pese a las notorias diferencias, ambos candidatos esperan ganar el apoyo de los disconformes con la inmigración y de los desencantados de la globalización y de la europeización de Francia (Le Pen aboga por la renuncia al euro y la vuelta al franco), que son el gran sustento de la candidata ultraderechista.
Las encuestas siguen favoreciendo a Hollande para la segunda vuelta. Haciendo aritmética electoral, el candidato socialista ya puede contar con los votos de Jean Luc Mélenchon (quien sacó mucho menor votación que la augurada por las encuestas), de los ecologistas y de los candidatos trotskistas, que en conjunto suman alrededor de 15 por ciento. A esto aspira sumar también una parte no estimada de los votos de François Bayrou, quien obtuvo menos del 10 por ciento de los votos. Una porción de éstos, sin duda, se irá directo a Sarkozy.

Para pasar a la delantera y evitar el destino de 10 líderes europeos de izquierda y derecha que han caído desde que se inició la crisis económica en 2009, Sarkozy tendrá que equilibrarse cuidadosamente entre un discurso que apele a la derecha de Le Pen y que, al mismo tiempo, no aliene a los moderados de centro, que ante un extremismo podrían inclinarse por Hollande. El socialista ha buscado un punto intermedio pro europeo y a favor de los cambios -siempre atractivos en épocas de crisis para votantes que viven una incertidumbre económica.
Dos semanas de campaña tiene Sarkozy para evitar ser el primer Presidente que pierda su reelección desde Giscard D'Estaing, y está decidido a aprovecharlas. Su inmediato desafío a Hollande fue pedir tres debates para comparar proyectos: sobre economía, otro sobre temas sociales y el último de política exterior. El Mandatario sabe que, para enfrentar temas concretos, su experiencia política y de gobierno lo pondrían muy por encima del líder del PS, quien nunca estuvo en un gabinete, si bien fue cercano asesor del ex Premier Lionel Jospin. Ante la rápida negativa del izquierdista -quien afirmó que prefería seguir la tradición de sólo un encuentro entre candidatos antes del balotaje-, Sarkozy argumenta que "todos los temas deben ser debatidos", pues "los franceses tienen derecho a la verdad".

Sarkozy tiene razón al pedir más confrontación de ideas y programas. Es en estos encuentros, especialmente en la recta final de la campaña -tras una primera vuelta en la que los candidatos, con toda lógica, han buscado distinguirse de sus rivales-, que el proyecto político se asienta con nitidez y las promesas de los candidatos pueden ser bien comprendidas por los electores. Y, quizás lo más importante: después de varios debates serios, con reglas claras, más tarde, ya en el gobierno, el ganador tendrá que responder por promesas rotas y objetivos no cumplidos.
Los debates en Francia (así como los que sostienen los candidatos estadounidenses antes de llegar a la Casa Blanca) son un excelente ejemplo de cómo la democracia moderna utiliza todos los medios a su alcance para llegar hasta los electores, de modo que éstos puedan decidir con más y mejor información sobre el candidato y su plan de gobierno.

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