Una herencia ejemplar de obras, ideales y reflexiones deja a Chile Gabriel Valdés Subercaseaux: hombre público de categoría, personaje irrepetible del acontecer nacional y de trascendencia internacional.
Su servicio público fue brillante. Marcó rumbos en la cátedra universitaria, y como canciller durante todo el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva promovió los intereses de Chile de manera innovadora en todo el mundo, obteniendo el reconocimiento de estadistas y líderes mundiales.
Ocupó un elevado cargo de la ONU para orientar y dirigir en sus inicios el Programa para el Desarrollo de esa organización. En la defensa de la soberanía, dirigió la causa nacional en el arbitraje de Palena, logrando con Argentina acudir de consuno al tribunal y, hasta muy recientemente, participó desde el Consejo de ex Ministros de Relaciones Exteriores, asesorando la defensa chilena ante la Corte de La Haya.
Como político, concurrió a la fundación y presidió la Democracia Cristiana; fue un valiente y eficaz articulador de la oposición al gobierno militar; representó a su querida Valdivia en el Senado, que lo honró con la presidencia del mismo por largos años, desde que encabezara las ceremonias de restauración de la democracia, por la que luchó infatigablemente. En la legislatura elevó el nivel de los debates y fue autor de muchos y trascendentales acuerdos e iniciativas para satisfacer legítimas aspiraciones ciudadanas en muy variados aspectos, no sólo materiales, sino también espirituales y culturales.
Como político, concurrió a la fundación y presidió la Democracia Cristiana; fue un valiente y eficaz articulador de la oposición al gobierno militar; representó a su querida Valdivia en el Senado, que lo honró con la presidencia del mismo por largos años, desde que encabezara las ceremonias de restauración de la democracia, por la que luchó infatigablemente. En la legislatura elevó el nivel de los debates y fue autor de muchos y trascendentales acuerdos e iniciativas para satisfacer legítimas aspiraciones ciudadanas en muy variados aspectos, no sólo materiales, sino también espirituales y culturales.
Concluyó su actividad diplomática como embajador en Italia. Durante su misión en Roma logró importantes acuerdos y atrajo como visitantes a Chile a los presidentes de la República, del Senado y de la Cámara y al canciller de la nación en que estaba acreditado.
Sus últimas actuaciones públicas las realizó como presidente del Consejo Chileno para las Relaciones Internacionales, cargo que ejerció por una década con admirable lucidez y bríos, para analizar y fortalecer la política exterior de nuestro país. Dotado de un fuerte carácter, altos atributos y gran independencia, mereció y vio frustrada por luchas partidistas su aspiración a la Presidencia de la República.
Sus últimas actuaciones públicas las realizó como presidente del Consejo Chileno para las Relaciones Internacionales, cargo que ejerció por una década con admirable lucidez y bríos, para analizar y fortalecer la política exterior de nuestro país. Dotado de un fuerte carácter, altos atributos y gran independencia, mereció y vio frustrada por luchas partidistas su aspiración a la Presidencia de la República.
Para Gabriel Valdés, la política era más que el arte de lo posible, porque su visión trascendía la contingencia y lo subalterno, para situarse en los intereses superiores y permanentes del país, a los que se entregó sin claudicaciones y con desprendimiento.
Ejemplo para la vida pública, Gabriel Valdés se alza en el reconocimiento nacional como una figura de grandes proporciones humanas, políticas, sociales y culturales. Se engrandece al recordar su admirable cultura, agudeza y valentía para argumentar, disentir, conciliar y defender principios y valores adquiridos en una vida iniciada en una familia de notables ancestros y que concluye 92 años después, dejando acrecentado ese legado que compartió con su mujer, reconocida y talentosa música, y con su descendencia, que asumió destacadamente la herencia política y cultural de su padre.
Sus cualidades sobresalientes fueron fecundas, no sólo por los talentos recibidos, sino por sus principios, integridad y perseverancia dedicados al servicio de Chile, que lo recordará como un estadista excepcional, modelo para políticos y servidores públicos.